Este artículo no es nada original. Son muchos los que han escrito sobre el tema de cómo elegir psicólogo dando pautas para hacer una buena elección, o al menos la más adecuada. Pero me he decidido a escribirlo por mi amiga Maite.

Maite está pasando por “una mala racha”, una época de esas en las que uno piensa: “¿qué más me puede pasar?”, y después de contarme lo mal que se encuentra y lo cuesta arriba que se le hace levantarse de la cama por las mañanas, de llorar mucho y de preguntarme muchas veces qué puede hacer, me dice que sí, que tiene que buscar ayuda porque siente que ella sola no puede salir del pozo en el que está.

“Claro, tu no me puedes ayudar, ¿no?”, “sabes que es mejor que no. Que te vea otra persona, otro profesional…”, “Y…¿a quien voy?… No conozco a nadie aparte de ti. Y quiero que sea alguien de fiar… que voy a abrir mi alma y eso es muy serio…”.

Y aquí es cuando empezaron las preguntas, las dudas y cuando se me ocurrió que como a mi amiga Maite podría ocurrirle a otras personas que necesitaran a alguien y no supieran cómo elegir.

Así que ahí van algunas de las cosas que, según mi criterio, debes tener en cuenta a la hora de escoger psicólogo.

1º- Titulación. Parece una perogrullada pero es el primer dato que debemos tener en cuenta, porque desgraciadamente hay cantidad de gente que bajo el epígrafe de terapias varias (flores de Bach, reiki…) se autocalifica como capacitada para tratar con la “salud mental” y así te “venden” que curan depresiones, ansiedad y todo lo que se les ponga por delante. No vamos a entrar en la efectividad de estas terapias (si la hay, viene explicada por el efecto placebo) en algunos casos, pero cuanto menos te están engañando publicitándose como algo que NO son.

Los únicos formados y capacitados para realizar psicoterapia e intervenciones sobre los problemas psicológicos, son los psicólogos. Y aún de estos, no todos. Según la legislación vigente únicamente los psicólogos clínicos y/o sanitarios, que estén habilitados y reconocidos por la autoridad sanitaria como tales, pueden evaluar y tratar éste tipo de problemas. La Junta de Castilla y León expide un certificado de tal habilitación y un nº de registro sanitario. Solo aquellos profesionales que lo tienen están capacitados para ocuparse con garantía de tu bienestar psicológico y emocional. Puedes comprobarlo fácilmente, porque estamos obligados a exhibirlos en las páginas Web y en cualquier publicidad que se realice, impresa o no.

Así que ya sabes. La primera medida, es investigar si ese profesional al que pensabas ir cumple con los mínimos requisitos legales.

2º- Experiencia. Es evidente que todos hemos empezado alguna vez, pero antes de responsabilizarnos de una consulta, hemos tenido una amplia trayectoria de prácticas, voluntariados, ejercicio supervisado, etc. hasta que atesoramos la suficiente experiencia como para afrontar la responsabilidad en solitario de llevar casos. A pesar de ese bagaje ( en mi caso de más de 20 años), puedo aseguraros que sigue imponiendo mucho “respeto” cada nuevo caso al que nos enfrentamos, porque la responsabilidad es mucha: trabajamos con el bienestar y la salud de las personas.

Pues imaginaos lo que es ponerse en manos de recién titulados, que por lógica temporal, apenas se han “fogueado” en el desempeño de la profesión. Si os decantáis por alguien así, aseguraos al menos de que trabaja supervisado por alguien con más experiencia, si queréis evitar experiencias negativas.

3º- Prestigio o referencias. Uno de los aspectos que más nos pesan a la hora de escoger a cualquier profesional sea del ramo que sea.

Preguntamos a nuestros allegados y conocidos. Pedimos opinión a quienes han ido a la consulta de alguien concreto. Y aunque es cierto que “cada uno cuenta la feria como le va en ella”, la verdad es que cuando recabamos suficientes opiniones en uno u otro sentido, solemos equivocarnos poco.

4º- Mírale a la cara. Casi todos los profesionales ofrecemos la posibilidad de tener una primera entrevista a un precio reducido. Aprovecha esa oportunidad para analizar a tu futuro psicoterapeuta. Cómo te sientes con él/ella: cómodo, relajado, acogido, o por el contrario te sientes enjuiciado, incómodo y tenso.

Es cierto que en muchas ocasiones la primera entrevista es difícil porque estamos nerviosos, no sabemos lo que nos vamos a encontrar, etc. y en posteriores sesiones va cambiando nuestra percepción del psicólogo; pero en general, a todos nos da una “primera impresión” del otro bastante fiable. Piensa que a esa persona le vas a confiar tus emociones, temores y confidencias más íntimas. Es necesario que te sientas cómodo con él y confiado. Debes saber que tanto la ética profesional como la ley, obligan al psicólogo a guardar absoluta confidencialidad sobre todo lo que ocurra en la consulta. Por esa parte puedes estar tranquilo si quien te atiende es de verdad psicólogo.

Pero aparte de ello, necesitas sentir que es posible una buena relación terapéutica con el profesional. Si ésta sensación aparece en la primera consulta es buena señal. Si crees que estabas demasiado nervioso, tenso o reacio en ésta primera cita, plantéate (si el resto de los puntos señalados se cumplen) concederle la oportunidad de una segunda entrevista. Probablemente tu percepción cambie de forma positiva.

5ª- Honestidad. A lo largo de mis años de ejercicio profesional, me he topado con demasiados colegas que con tal de mantener ciertos ingresos no tienen pudor a la hora de perpetuar las terapias innecesariamente. Esto es propio de gente poco escrupulosa y sin principios (que los hay en todos los sitios), y además, añado, poco inteligente. Porque a la larga las consecuencias pueden ser muy negativas.

El prestigio profesional, si se tuvo, se pierde y si no se tiene no se consigue nunca. El “boca a boca” acaba poniendo a estos “elementos” en el sitio que les corresponde con el tiempo, pero si ese tiempo no ha transcurrido, puede que caigas en manos de alguno de ellos. En éste caso, si percibes que aunque te encuentras bien desde hace tiempo, el profesional insiste en citas frecuentes de las que no “sacas” nada, ponte en guardia. Y aunque quien debe dar por terminado un tratamiento es el profesional, tu puedes en cualquier momento dar por terminada la terapia (bajo tu responsabilidad) cuando lo estimes oportuno.

Como veis no son aspectos que no tengamos en cuenta a la hora de escoger un ginecólogo, un traumatólogo o un oftalmólogo. La diferencia fundamental está en que con cualquiera de los anteriores, la relación será normalmente breve y el diagnóstico y/o tratamiento que nos brinde dependerán poco de si ésta es buena o mala. Pero en una terapia, la relación es prolongada y puesto que parte del resultado depende de la relación terapéutica (esto es psicólogo-cliente) que se establezca a lo largo de la misma, que sea buena o mala condicionará parte de su resultado.

Con cuidar los aspectos anteriores conseguiremos hacer una buena elección. Y a partir de ahí trabajar con el profesional elegido para superar nuestros problemas y mejorar nuestra calidad de vida.

Autor: Montserrat Sanz García