El “Síndrome Erasmus”
Hay veces en que es difícil volver a casa aunque tengamos ganas de hacer. Hablemos de ello desde MSG psicólogos. Una de las cosas que ocurre en estas fechas próximas a la Navidad es la vuelta a casa de todos esos estudiantes con beca Erasmus que regresan a casa como el turrón.
La gran mayoría de ellos, si se han adaptado bien a su lugar de destino, tendrán sentimientos encontrados al volver a casa: por un lado tendrán ganas de volver a ver a su familia y amigos de siempre, por otro lado, volver a casa supone dejar de ver por unos días a quienes se han convertido en pocos meses en sus compañeros en su nueva vida.
Estos sentimientos encontrados son normales; es como si tuvieran el corazón dividido.
Los padres se preguntan como es posible que su hij@ haya establecido semejantes vínculos emocionales con personas a las que conocen desde hace tan poco tiempo. Sin embargo, no es difícil entenderlo si nos ponemos en el lugar de los chic@s. Viajar a un país extranjero, con otra cultura, otro idioma, lejos de quienes les han protegido durante toda su vida, es duro y difícil, y en esas circunstancias las relaciones con otros compañeros en su misma situación, favorece que “hagan piña”, que las emociones sean más intensas y que incluso muchas se sobredimensionen y les obnubilen las verdaderas prioridades relacionales.
Además relacionan a estas nuevas personas con experiencias gratificantes y emocionantes y la vuelta a casa, a la rutina, al ritmo pausado de siempre se valora de forma negativa. Esto hace muchas veces que las relaciones con la familia se vean afectadas, alterándolas y haciéndolas más difíciles. Ellos solo piensan en regresar allí donde viven intensamente nuevas experiencias y la familia se siente frustrada al recibir a alguien que no valora la dinámica familiar como antes, ni se adapta a ella con el mismo entusiasmo.
Evidentemente esto que se conoce ya como “síndrome Erasmus”, se agudiza cuando