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Autor: MSG Psicología

El fracaso

El fracaso

Últimamente están llegando a consulta personas con problemas de adaptación a situaciones que han supuesto un fracaso en sus vidas: ruptura de pareja, quiebra de un negocio, incapacidad para terminar una carrera universitaria…

El fracaso es una experiencia común y humana que, aunque generalmente se percibe de manera negativa, tiene un potencial profundo para el aprendizaje y el crecimiento personal. Implica no alcanzar una meta deseada o no cumplir con ciertas expectativas, ya sean propias o ajenas. Aunque puede y suele generar sentimientos de frustración, desánimo o tristeza, el fracaso también ofrece oportunidades para reflexionar, reevaluar estrategias, y ajustar el rumbo hacia el éxito.

En muchos casos, el fracaso es considerado un paso esencial en el camino hacia el éxito. Personalidades célebres como Thomas Edison o J.K. Rowling han destacado que los fracasos que vivieron en su carrera fueron claves para sus logros posteriores, ya que les permitieron aprender de sus errores, desarrollar resiliencia y perseverancia.

El miedo al fracaso puede, sin embargo, paralizarnos, llevándonos a evitar todo lo que suponga riesgo o perseguir objetivos ambiciosos. Pero al cambiar la percepción del fracaso como un fin definitivo y verlo como parte del proceso de crecimiento, es posible transformar esta experiencia en un elemento constructivo.

Es decir, que, si se aborda con una mentalidad abierta y dispuesta a adaptarse y mejorar, el fracaso puede ser una fuente de aprendizaje muy valiosa.

Afrontar el fracaso desde este punto de vista implica un cambio de mentalidad y el uso eficaz de estrategias para manejar las emociones, aprender de la experiencia y seguir adelante. Incluiría:

1. Aceptar el fracaso como parte del proceso

  • Reconocimiento: Lo primero es reconocer que el fracaso es una experiencia inevitable y común en la vida de todos. Todos fallamos en algún momento. Aceptarlo permite procesar las emociones negativas en lugar de ignorarlas.
  • Normalización: Muchos de los mayores éxitos han sido precedidos por fracasos. Entender que el fracaso es parte del crecimiento puede ayudarnos a verlo como un paso necesario, no como el fin.

2. Gestionar las emociones

  • Permitirse sentir: Es normal sentir tristeza, frustración, o enojo tras un fracaso. No se trata de reprimir estos sentimientos sino de darles espacio a las emociones, pero no debes quedarte estancado en ellas.
  • Desahogo saludable: Hablar con alguien de confianza, escribir en un diario, o practicar actividades que ayuden a liberar el estrés puede ser útil.

3. Replantear el fracaso

  • Aprendizaje en lugar de derrota: Se trata de hacer una revisión objetiva de la situación. Preguntarse: ¿Qué salió mal? ¿Qué puedo aprender de esto? Ver el fracaso como una lección  ayuda a identificar áreas de mejora.
  • Despersonalizar el fracaso: No te definas por tus fracasos. El hecho de haber fallado en algo no significa que seas un fracaso. Es solo una experiencia, no tu identidad ni por lo que te defines.

4. Reevaluar y ajustar

  • Identifica qué funcionó y qué noNo todo en una experiencia fallida es negativo. Buscar lo que funcionó y lo que no permitirá ajustar las estrategias para el futuro.
  • Sé flexible: A veces, el fracaso ocurre porque los métodos o metas no eran los más adecuados. Estar dispuesto a cambiar de enfoque y/o de expectativas es clave.

5. Desarrollar resiliencia

  • Cultivar la persistencia: El fracaso puede ser una prueba de la capacidad para seguir adelante. Las personas exitosas suelen compartir una cualidad clave: la persistencia. Levantarse tras cada caída es fundamental.
  • Fortalecer tu mentalidad: Practicar una “mentalidad de crecimiento”, es decir, creer que las habilidades y talentos se pueden desarrollar con esfuerzo y aprendizaje, ayudará a enfrentar los fracasos con mayor optimismo.

6. Buscar apoyo

  • Rodearse de personas positivas: Hablar con amigos, familiares o compañeros puede ofrecernos una perspectiva diferente y apoyo emocional. A veces, otros ven lo que nosotros no podemos ver en momentos difíciles.
  • Consejo profesional si es necesario:  Y si el fracaso te afecta profundamente, como en el caso de grandes fracasos personales o profesionales y te sientes abrumado, buscar la orientación de un psicólogo puede ayudarte a procesar la situación de una forma más adecuada.

7. Centrarse en el futuro

  • Establecer nuevos objetivos: Tras el análisis y aprendizaje, es importante volver a definir metas, ya sea reajustando las anteriores o creando otras nuevas. Esto te mantendrá en movimiento hacia adelante.
  • Pequeños pasos: Tras un fracaso, puede ser útil empezar con objetivos más pequeños y manejablespara reconstruir la confianza y recuperar el impulso.

8. Desarrollar una mentalidad positiva

  • Autoafirmaciones: Recuerda tus fortalezas y logros pasados. Recordarte a ti mismo lo que eres capaz de hacer para ayudarte a recuperar la confianza.
  • Gratitud: Practicar la gratitud es una forma de ayudarte a enfocarte en lo positivo en lugar de centrarte únicamente en lo que salió mal.

9. Evitar compararse con los demás (Muy importante)

  • Cada persona tiene su propio camino y enfrenta desafíos distintos. Compararse con los demás puede aumentar la sensación de fracaso de una forma poco realista e injusta para uno mismo. Lo que vemos como éxito en los demás puede que esconda cosas negativas para esa persona, que no conocemos. Hay que enfocarse en el propio progreso y crecimiento personal.  

En conclusión:  Afrontar el fracaso de manera saludable nos ayuda no solo a superar la situación, sino a crecer y prepararnos mejor para futuros desafíos. Si se ves como una oportunidad para aprender y mejorar, el fracaso se convierte en una parte esencial de nuestro desarrollo personal.

Vuelta a la rutina

Volver a la rutina tras el verano

Después de unos meses donde ha primado el ocio, las terrazas, playa y vacaciones para la mayoría de las personas (no todas), despedirse de todo ello y retomar los ritmos de actividad habituales puede hacerse muy cuesta arriba. Sin embargo, hemos de adaptarnos al cambio que supone con la mejor de las actitudes.

Porque volver a la rutina después del verano puede ser un reto, pero también es una oportunidad para reorganizarse, establecer nuevas metas y retomar buenos hábitos. Teniendo en cuenta algunos aspectos importantes vamos a facilitar la transición.

1. Planificación progresiva

  • No intentar retomar todo de golpe. Es recomendable comenzar de manera gradual, ajustando los horarios de sueño y actividades unos días antes de volver a la rutina completa. Esto es especialmente importante en el caso de los escolares; al menos una semana o dos antes es aconsejable ir adoptando los horarios que van a tener durante el curso para que la incorporación a las clases no lleve añadido el cansancio y/o la falta de sueño.

2. Organizar las tareas

  • Utilizar un calendario o una aplicación para planificar tus tareas y metas te ayudará a visualizar lo que necesitas hacer y te motivará a mantenerte al día cumpliendo tus objetivos.

3. Cuidar el descanso

  • Volver a un horario regular de sueño es fundamental. Se ha de establecer una rutina para acostarse y levantarse a la misma hora, porque eso permitirá estar más descansado y productivo a lo largo del día.

4. Fijar objetivos alcanzables

  • En lugar de intentar hacer todo al mismo tiempo, hay que establecer metas pequeñas, realistas y alcanzables para los primeros días o semanas. Esto ayudará a mantener la motivación sin agobios ni sensación de frustración. Ya iremos siendo un poco más exigentes cuando hayamos recuperado el ritmo habitual.

5. Priorizar la actividad física

  • El ejercicio, tan importante para la salud física y mental, es clave para combatir el cansancio post-vacacional y mejorar el ánimo. Si no se realiza ejercicio habitualmente se puede empezar con caminatas cortas o con sesiones de ejercicio ligero e ir aumentando la intensidad progresivamente. En cualquier caso, siempre es mejor hacer poco que no hacer nada, no lo olvides.

6. Aliméntarse bien

  • Y si el ejercicio y el descanso son importantes no lo es menos la alimentación. Recordemos “mens sana in corpore sano”. Volver a una dieta equilibrada después del verano nos dará más energía y mejorará la capacidad de concentración. Es importante incluir frutas, verduras y proteínas en la dieta diaria para mantener el cuerpo activo y sano.

7. Dedicar tiempo al ocio

  • Aunque se esté volviendo al trabajo o a las clases, sigue siendo muy importante reservar tiempo para realizar y disfrutar con actividades que nos relajen y nos gusten. Esto ayudará a mantener un buen equilibrio mental y emocional.

8. Sé paciente contigo mismo

  • Es normal que al principio cueste adaptarse nuevamente a la rutina. A veces pretendemos conseguir en la primera semana el mismo rendimiento que conseguiamos antes de las vacaciones y cuando no lo logramos nos frustramos y nos enviamos mensajes negativos que, lejos de “espolearnos” para conseguir rendir más, nos lleva al bloqueo y el malestar emocional. Ser paciente y amable con uno mismo y darse el tiempo necesario para ajustarse a los nuevos hábitos nos va a ayudar a hacer esta vuelta a la rutina más sencilla y fluida.

Implementando estos consejos poco a poco, el proceso de volver a la rutina después del verano será mucho más fácil y menos estresante.

Trastornos mentales y violencia

Trastornos mentales y violencia

Hace dos días los medios de comunicación han dado la noticia de que un niño de 11 años ha sido asesinado con 12 puñaladas asestadas por un desconocido que, al parecer, ha elegido a su víctima de forma aleatoria. Cuando se ha detenido al presunto culpable se han disparado las conjeturas e hipótesis sobre las posibles razones que han motivado tal comportamiento y se ha entrevistado a múltiples especialistas de todo tipo intentado valorar su estado mental y su grado de responsabilidad penal. Sin tener toda la información sobre el caso parece ser que lo único que se conoce es que tenía reconocido un 75% de discapacidad por problemas mentales. Y aquí se disparan teorías y opiniones de todo tipo entre los contertulios de los programas de TV, dirigidos en su mayoría a la idea de: “su trastorno mental explica su comportamiento violento” …sin embargo esto está bastante alejado de la realidad.

El tema de la relación entre los trastornos mentales y la violencia es complejo y ha sido objeto de debate durante muchos años en los campos de la psicología, psiquiatría y criminología.

1. Mitos y Realidades

  • Mito: Existe una creencia generalizada de que las personas con trastornos mentales son más propensas a ser violentas. Pero…
  • La Realidad nos dice que la mayoría de las personas con trastornos mentales no son violentas. De hecho, son más propensas a ser víctimas de violencia que perpetradores. Solo un pequeño porcentaje de personas con ciertos trastornos (como la esquizofrenia con síntomas psicóticos o el trastorno de personalidad antisocial) pueden mostrar comportamientos violentos, y esto suele estar relacionado, además, con otros factores como el abuso de sustancias.

2. Existen Factores de Riesgo Asociados a la Violencia, como:

  • La comorbilidad: La combinación de un trastorno mental con abuso de sustancias puede aumentar el riesgo de conductas violentas.
  • Una historia de violencia previa: Las personas con antecedentes de violencia son más propensas a repetir conductas violentas, independientemente de la presencia de un trastorno mental.
  • Ciertos factores sociales y ambientales: El desempleo, la pobreza, la falta de apoyo social y la exposición a situaciones violentas pueden incrementar la probabilidad de conductas violentas en personas con o sin trastornos mentales.
  • La estigmatización y el aislamiento: El estigma asociado a los trastornos mentales puede llevar al aislamiento social, lo que puede exacerbar los síntomas y aumentar la frustración, en algunos casos conduciendo a comportamientos agresivos.

3. Trastornos Mentales Específicos y Violencia

  • Trastorno de personalidad antisocial: Las personas con este trastorno muestran un patrón de desprecio por los derechos de los demás y pueden ser más propensas a comportamientos violentos.
  • Trastorno bipolar: Durante episodios de manía o depresión severa, puede haber un aumento en la impulsividad, lo que en casos raros podría llevar a la violencia.
  • Esquizofrenia: Aunque la mayoría de las personas con esquizofrenia no son violentas, algunos pueden volverse violentos si experimentan alucinaciones (por ej. oír voces que les ordenan algo) o delirios persecutorios intensos (“quieren hacerme daño”).

4. Intervenciones y Prevención

  • Tratamiento adecuado: Seguir un tratamiento adecuado a cada caso con medicación y psicoterapia puede ayudar a controlar los síntomas de los trastornos mentales, reduciendo así el riesgo de conductas violentas.
  • Programas de rehabilitación y apoyo: Las iniciativas que proporcionan apoyo social, vivienda estable y tratamiento para el abuso de sustancias pueden reducir la violencia entre personas con trastornos mentales.
  • Educación y sensibilización: Sobre todo, es crucial desmitificar las creencias sobre la relación entre trastornos mentales y violencia para reducir el estigma y promover la inclusión social; y no porque sea lo “políticamente correcto” sino porque es lo riguroso y cierto.

5. Responsabilidad social y ética

  • Políticas públicas: Es necesario implementar políticas que garanticen el acceso a tratamientos adecuados y que promuevan la reintegración social de personas con trastornos mentales.
  • Medios de comunicación: Deben ser responsables a la hora de reportar incidentes relacionados con trastornos mentales para no perpetuar estereotipos falsos.

6. Investigación y Nuevos Enfoques

  • La investigación continua en neurociencia, psicología y sociología es vital para entender mejor los factores que influyen en la relación entre trastornos mentales y violencia, y para desarrollar intervenciones más efectivas.

En resumen, aunque existe una asociación entre algunos trastornos mentales y comportamientos violentos, es importante reconocer que la mayoría de las personas con trastornos mentales no son violentas. La violencia es el resultado de una interacción compleja de factores, y la estigmatización de las personas con trastornos mentales solo contribuye a su marginalización y a la exacerbación de los problemas.

Si no puedes, no dudes en pedir ayuda

Si, a pesar de intentarlo y poner todo de tu parte, no lo consigues, no dudes en buscar ayuda de un profesional como un psicólogo o terapeuta familiar para así exponer tu caso.

Nuestra consultas MSG PSICOLOGÍA, psicologa en Valladolid y Laguna de DueroTrastornos mentales y violencia

C/ Divina Pastora nº 4, Entreplanta, Oficina 3 47004 Valladolid Tel. 625 90 79 49 

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Irritabilidad en niños en verano

La psicología del calor

Desde hace prácticamente un mes se abren los informativos anunciando una ola de calor. Y apenas salimos de una, sufrimos otra. Se considera que una ola de calor lo es cuando se mantienen altas temperaturas diurnas y nocturnas durante más de tres días; y bajo esa premisa podemos “presumir” de un verano (que aún continúa) repleto de ellas.

Mas allá de la incomodidad que pueden suponernos (a unos más que a otros en función de su tolerancia al calor), las altas temperaturas tienen un impacto importante en la psicología humana, influenciando tanto el estado de ánimo como el comportamiento.  Sin mayores investigaciones, todos conocemos cómo nos influye el calor por observación propia o vicaria. En…

Estado de ánimo y emociones

  • Irritabilidad: Las altas temperaturas pueden y suelen aumentar la irritabilidad y la agresividad. Esto se debe en parte a la incomodidad física que produce el calor (sudoración, deshidratación, etc.), así como a la dificultad para dormir bien durante las noches calurosas lo que da lugar a mayor cansancio y falta de energía.
  • Ansiedad y estrés: El calor extremo puede aumentar los niveles de ansiedad y estrés. La falta de control sobre el ambiente y el condicionamiento en el día a día ante la necesidad de adaptar las rutinas diarias pueden contribuir a estos sentimientos.
  • Fatiga: El calor excesivo da lugar a la fatiga y el agotamiento, lo que a su vez puede afectar negativamente el estado de ánimo y la motivación.

Comportamiento

  • Aumento de la agresividad: Varias investigaciones han demostrado una correlación directa entre el calor y el aumento de conductas agresivas y violentas. Esto puede estar relacionado con el incremento en la irritabilidad y la reducción de la tolerancia a la frustración.
  • Disminución del rendimiento cognitivo: Este aspecto es más desconocido por el común de los mortales, pero es muy importante. Las altas temperaturas pueden afectar la capacidad de concentración y el rendimiento cognitivo; lo que genera gran frustración y preocupación. Esto es especialmente relevante en entornos laborales y educativos donde se requiere un alto nivel de atención y procesamiento de información.
  • Cambios en la actividad social: Durante las olas de calor, las personas tienden a evitar actividades al aire libre y a reducir su interacción social, lo que puede llevar a sentimientos de aislamiento y soledad.

Salud mental

  • Exacerbación de trastornos mentales: Las personas con trastornos mentales preexistentes, como la depresión o la ansiedad, pueden experimentar un empeoramiento de sus síntomas durante períodos de calor extremo, fruto de todo lo anterior.
  • Problemas de sueño: El calor puede dificultar el sueño, lo que a su vez puede afectar negativamente la salud mental. La falta de sueño está asociada con la aparición y empeoramiento de problemas psicológicos, incluidos el estrés, la ansiedad y la depresión.

La percepción y la tolerancia al calor pueden variar según las culturas. Algunas sociedades están mejor adaptadas al calor y tienen prácticas establecidas para manejarlo de forma más adaptativa, lo que puede mitigar algunos de los efectos negativos. Pero por el momento, no es el caso de nuestra sociedad productiva donde el cumplimiento de objetivos productivos prima sobre las medidas de adaptación al calor. Y esto lo sufren en mayor medida las personas que se encuentran en situaciones socioeconómicas más desfavorecidas, ya que suelen tener puestos de trabajo con mayor exposición al calor y, a su vez, menos acceso a las formas más usuales de mitigación (acceso a aire acondicionado, espacios verdes y otros).

En conclusión: El calor tiene una influencia clara y multifacética en la psicología humana. Es importante reconocer estos efectos para desarrollar estrategias que ayuden a mitigar los impactos negativos del calor, especialmente en un contexto de cambio climático donde las olas de calor son cada vez más frecuentes y severas.

Sería deseable que se empezaran a implementarse medidas que tengan en cuenta esta nueva realidad para ayudarnos a adaptarnos a ella antes de que sea tarde.

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Violencia de genero en vacaciones

La Violencia no se va de vacaciones

En los últimos días los informativos hablan de un aumento de casos de asesinatos de mujeres y menores a manos de sus maltratadores. Esos son los casos más llamativos pero día a día tras las puertas de muchas de las casas de nuestras localidades se desarrollan verdaderos dramas en los que mujeres y menores son maltratados física y psicológicamente, con graves consecuencias para estas víctimas.

La violencia de género, lejos de reducirse va aumentando a pesar de las múltiples campañas de concienciación que realizan las administraciones y los profesionales que nos dedicamos a los problemas de este campo; y especialmente este aumento se da en la época estival. El verano correlaciona con el aumento de la violencia de género y ello por diversos factores: 

  1. Mayor Tiempo en Casa: Durante el verano, muchas personas pasan más tiempo en casa debido a las vacaciones laborales, y este mayor tiempo de convivencia y “roce” propicia un aumento de tensión en el hogar. Cuando los horarios laborales llevan a que el tiempo compartido sea pequeño, las probabilidades de conflicto son más bajas. Sin embargo, en vacaciones se pasa más tiempo juntos y los conflictos son más frecuentes.
  2. Consumo de Alcohol: Las reuniones y celebraciones veraniegas a menudo implican un mayor consumo de alcohol, que puede ser un desencadenante de comportamientos violentos. En una sociedad en la que las celebraciones van asociadas al consumo de alcohol, el verano propicia el mismo ya que se producen múltiples celebraciones: por reunirnos con la familia, con amigos a los que no vemos durante el año, por bodas, comuniones, etc. Y es sabido que el consumo de sustancias (alcohol, drogas) dificulta el autocontrol y facilita la desinhibición, la impulsividad y la agresividad
  3. Estrés Económico: De forma constante nos bombardean con imágenes de personas arrastrando maletas, dorándose al sol en la playa y disfrutando de sus vacaciones de las formas más variopintas posibles. Pero olvidamos que hay muchas otras personas que no pueden permitirse esos gastos adicionales asociados con el verano (como vacaciones y actividades recreativas), y que suele conllevar sentimientos de frustración y estrés intensos que favorezcan la violencia en el hogar. 
  4. Aislamiento: El aislamiento de la víctima, que es un objetivo buscado por el maltratador para tener mayor control sobre ella, se intensifica en los periodos de vacaciones ya que los familiares, amigos y/o vecinos del entorno se alejan y aumenta la vulnerabilidad de la víctima. 
  5. Temperaturas Altas: Hay muchas investigaciones que estudian los efectos de las altas temperaturas en los estados de ánimo de las personas. En general, son efectos adversos por cuanto contribuyen a aumentar la irritabilidad, el cansancio, las distorsiones en la interpretación de las situaciones y la impulsividad. Todos ello, factores facilitadores de los episodios de violencia. 

Datos y Estudio

  1. Estadísticas: Varios estudios y estadísticas han mostrado un aumento en los incidentes de violencia de género durante los meses de verano. Por ejemplo, informes de diversas organizaciones y fuerzas de seguridad a menudo indican un aumento en las llamadas de emergencia relacionadas con la violencia doméstica durante estos meses.
  2. Investigaciones Psicológicas: Investigaciones en psicología y sociología han explorado la relación entre el clima cálido y la agresión, encontrando correlaciones entre temperaturas elevadas y comportamientos violentos.

Medidas y Soluciones

Conocer los factores que favorecen un aumento de la VG es importante, pero lo es más buscar la forma de evitar este aumento y minimizar los efectos de esta violencia. Para ello son importantes los siguientes:

  1. Campañas de Concienciación: Es crucial aumentar la sensibilización sobre el problema, especialmente antes y durante el verano, para que las víctimas sepan dónde pueden buscar ayuda.
  2. Refugios y Líneas de Ayuda: Asegurar que haya suficientes recursos y refugios disponibles para las víctimas y que las líneas de ayuda estén accesibles.
  3. Educación y Prevención: Implementar programas educativos que aborden la violencia de género de manera que a los adolescentes y jóvenes les sea más sencillo identificar los comportamientos de corte machista y que se les enseñen pautas de relaciones de pareja sanas, y habilidades de manejo del estrés y resolución de conflictos.
  4. Apoyo Comunitario: Fomentar una mayor vigilancia y apoyo dentro de las comunidades para identificar y ayudar a las víctimas de violencia de género. Propiciar que los “testigos” de esa violencia, no miren hacia otro lado y se impliquen en la denuncia de la misma y en el apoyo a la víctima. 

En cualquier caso, las víctimas han de saber que no están solas ante esta situación y que existen mecanismos en la administración pública dirigidos a apoyarlas y protegerlas. Utilizar esos recursos (como el uso del 016) para buscar y obtener información y apoyo en la toma de decisiones puede ayudar a la víctima en un primer momento.

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Pensamientos recurrentes

Los pensamientos recurrentes

“Quiero que mi cabeza pare de una vez, porque no puedo más”. Así se manifiestan muchos pacientes cuando vienen a la consulta, evidenciando que para ellos es un gran problema.

Pensar, reflexionar, es algo natural en el ser humano, y es positivo porque nos permite hacer un análisis de las situaciones y decidir cómo afrontarlas; pero cuando los pensamientos nos llevan a la duda constante se convierten en nuestros peores enemigos.

Los pensamientos recurrentes, especialmente aquellos que son negativos o preocupantes, pueden tener un impacto significativo en la aparición y exacerbación de la ansiedad. Aquí te explico cómo funcionan juntos:

  1. Patrones de Pensamiento: Los pensamientos recurrentes suelen seguir ciertos patrones. Pueden ser preocupaciones sobre el futuro, pensamientos autocríticos o ideas obsesivas. Estos patrones a menudo son automáticos y pueden ser difíciles de controlar.
  2. Retroalimentación Negativa: Cuando experimentas pensamientos recurrentes negativos, estos pueden desencadenar emociones negativas como el miedo, la preocupación o la tristeza. Por ejemplo, si constantemente te preocupas por cosas que podrían salir mal, tu nivel de ansiedad tiende a aumentar.
  3. Activación del Sistema de Alerta: Los pensamientos recurrentes negativos activan el sistema de respuesta al estrés en el cerebro, lo que puede llevar a una mayor liberación de hormonas como el cortisol y la adrenalina. Esto prepara al cuerpo para una situación de peligro percibido, lo que a su vez aumenta los síntomas de ansiedad.
  4. Círculo Vicioso: Los pensamientos recurrentes y la ansiedad a menudo se refuerzan mutuamente en un círculo vicioso. Los pensamientos negativos generan ansiedad, y la ansiedad puede alimentar más pensamientos negativos, creando así un ciclo difícil de romper.
  5. Atención Selectiva: Los pensamientos recurrentes tienden a captar más atención, haciendo que te enfoques más en lo negativo y pases por alto los aspectos positivos de una situación. Esto puede aumentar aún más la ansiedad y el estrés.
  6. Impacto en el Comportamiento: La ansiedad generada por pensamientos recurrentes puede llevar a comportamientos de evitación o precaución excesiva, lo que a largo plazo puede limitar tus actividades y empeorar la ansiedad.

Para abordar esta situación, es importante desarrollar estrategias para manejar los pensamientos recurrentes y reducir la ansiedad asociada:

  • Atención Plena (Mindfulness): Aprender a observar tus pensamientos sin juzgarlos puede ayudar a disminuir su impacto emocional.
  • Terapia Cognitivo-Conductual (TCC): La TCC puede ayudarte a identificar y cambiar patrones de pensamiento negativos y a desarrollar habilidades para manejar la ansiedad.
  • Estrategias de Relajación: La práctica regular de técnicas como la respiración profunda, la meditación o el yoga puede reducir la activación del sistema nervioso simpático.
  • Estilo de Vida Saludable: Mantener una dieta equilibrada, hacer ejercicio regularmente y asegurar un buen descanso puede reducir la sensibilidad al estrés.
  • Apoyo Social: Hablar con amigos, familiares o un profesional puede ayudar a desafiar y poner en perspectiva los pensamientos recurrentes.

Trabajar en estas áreas puede ayudarte a romper el ciclo de pensamientos recurrentes y ansiedad, permitiéndote recuperar un mayor control sobre tu bienestar emocional.

Síndrome del Nido Vacío: Entendiendo sus Implicaciones Emocionales

Síndrome del Nido Vacío: Entendiendo sus Implicaciones Emocionales

El síndrome del nido vacío es un fenómeno psicológico que afecta a muchos padres cuando sus hijos crecen y se van de casa para vivir de manera independiente. Este período de transición, aunque natural, puede desencadenar una serie de emociones complejas y desafiantes en los padres, quienes experimentan una sensación de pérdida y reajuste en sus roles familiares.

¿Qué es el síndrome del nido vacío?

El síndrome del nido vacío se refiere al sentimiento de vacío emocional y desorientación que muchos padres experimentan cuando sus hijos abandonan el hogar familiar para vivir por su cuenta. Este fenómeno es especialmente común cuando los hijos se mudan porque se van de Erasmus o después de graduarse en la universidad, o cuando parten para formar sus propias familias.

Emociones asociadas

Las emociones más comunes en estas situaciones son:

  • Sentimientos de pérdida: Los padres pueden/suelen experimentar un profundo sentimiento de pérdida al enfrentarse al vacío dejado por la ausencia de sus hijos en el hogar. La falta de presencia de estos miembros de la familia desencadena un sentimiento de pérdida que en ocasiones discurre con ansiedad y angustia.
  • Identidad redefinida: Durante años, los padres han desempeñado el rol central de cuidadores y proveedores. Cuando los hijos se van, los padres a menudo se encuentran redefiniendo su identidad y propósito fuera del rol parental. Es como si el objetivo fundamental que les ha estado moviendo hasta ese momento desapareciera, perdiendo los protagonistas, de alguna manera, la “brújula” que dirigía sus esfuerzos y energía.
  • Soledad y ansiedad: El cambio repentino puede llevar a sentimientos de soledad y, como ya se ha mencionado, a la ansiedad y la angustia. Además, se une la preocupación por el bienestar de sus hijos y la aceptación de su independencia y autonomía. 
  • Libertad y redescubrimiento: Aunque desafiante, el síndrome del nido vacío también puede abrir nuevas oportunidades para que los padres exploren intereses personales y se concentren en su propio crecimiento personal y como pareja. En definitiva, hay que enfrentarse a una nueva dinámica en el hogar que pasa a centrarse en los progenitores como pareja. Y esto no siempre es fácil ya que los padres han estado tan centrados en este papel que, a menudo, se han descuidado como pareja y cuando lo que “los sostiene” (los hijos) desaparece, se encuentran con “un desconocid@” con el que deben reencontrarse.

Estrategias para enfrentar el síndrome del nido vacío

  • Comunicación abierta: Hablar sobre las emociones con amigos, familiares o un terapeuta puede ser útil para procesar los sentimientos de pérdida y ajuste.
  • Enfoque en el bienestar personal: Los padres pueden y deben aprovechar esta etapa para centrarse en cuidar de sí mismos, cultivar hobbies o intereses postergados, y disfrutar de nuevas experiencias.
  • Mantener conexiones: Es importante mantener relaciones cercanas con los hijos, ya sea a través de llamadas, visitas o videollamadas, para mantener un sentido de conexión emocional y reinterpretar el papel de padres.
  • Explorar nuevas oportunidades: Esta transición puede y debe ser vista como una oportunidad para explorar nuevos roles y desafíos en la vida, ya sea a través del trabajo en voluntariado, actividades recreativas o educación continua.

Reflexión final

El síndrome del nido vacío es una fase natural de la vida familiar que puede ser emocionalmente desafiante pero también muy enriquecedora si se gestiona adecuadamente. Es importante que los padres reconozcan y validen sus sentimientos durante este período de ajuste buscando el apoyo mutuo y/o de otras personas del entorno. Al permitirse tiempo para adaptarse y enfocarse en el crecimiento personal, los padres pueden enfrentar el síndrome del nido vacío con resiliencia y descubrir nuevas oportunidades en esta nueva etapa de la vida.

Si no puedes, no dudes en pedir ayuda

Si, a pesar de intentarlo y poner todo de tu parte, no lo consigues, no dudes en buscar ayuda de un profesional como un psicólogo o terapeuta familiar para así exponer tu caso.

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Ansiedad y primavera

Ansiedad y primavera

Con la llegada de la primavera, muchas personas experimentan cambios en su estado de ánimo y bienestar mental. Aunque esta temporada trae consigo el clima cálido y el espectáculo de los campos en flor, también puede desencadenar síntomas de ansiedad en algunas personas. En este artículo, exploraremos cómo la primavera puede afectar a la ansiedad y vamos a sugerir consejos prácticos para manejarla de manera efectiva.

1. Cambios en la luz solar y el ritmo circadiano

Uno de los factores clave que contribuyen a la ansiedad primaveral es el cambio en la cantidad de luz solar y la alteración del ritmo circadiano. Con días más largos y una mayor exposición a la luz solar, nuestro cuerpo experimenta cambios en la producción de hormonas como la melatonina y la serotonina, que pueden afectar nuestro estado de ánimo y nivel de ansiedad.

Consejo: Es importante mantener una rutina regular de sueño y exposición a la luz solar. Levantarse y acostarse a la misma hora todos los días, pasar tiempo al aire libre durante el día y limitar la exposición a pantallas brillantes antes de dormir, son pautas que mejoran el sueño.

2. Alergias estacionales y estrés físico

Para muchas personas, la primavera también trae consigo el aumento de las alergias estacionales debido al polen y otros alérgenos en el aire. Los síntomas como la congestión nasal, picazón en los ojos y la dificultad para respirar pueden causar estrés físico adicional, lo que a su vez puede desencadenar o aumentar los síntomas de ansiedad.

Consejo: Consulta a un médico para obtener tratamiento para tus alergias estacionales si experimentas síntomas graves. Mantener tu entorno limpio y utilizar filtros de aire en interiores también puede ayudar a reducir la exposición a alérgenos.

3. Expectativas sociales y presión emocional

Por otro lado, la primavera a menudo trae consigo eventos sociales como reuniones familiares, salidas al aire libre y vacaciones de primavera. Estas actividades pueden ser divertidas y estimulantes, pero también pueden generar expectativas sociales y presión emocional extra para algunas personas, lo que puede aumentar la ansiedad.

Consejo: Establece límites saludables y prioriza tu bienestar emocional. No te sientas obligado a participar en todas las actividades sociales que te propongan y asegúrate de reservar tiempo para ti mismo para relajarte, descansar y recargar energías.

4. Incorpora técnicas de manejo del estrés

Independientemente de las causas específicas de tu ansiedad primaveral, es importante tener estrategias efectivas para manejar el estrés y la ansiedad. Algunas técnicas útiles incluyen la respiración profunda (diafragmática), la meditación, el ejercicio regular y la terapia cognitivo-conductual (TCC).

Consejo: Dedica tiempo regularmente a actividades que te ayuden a relajarte y calmar tu mente. Practicar yoga, salir a caminar en la naturaleza o escribir en un diario para expresar tus pensamientos y emociones son estrategias que favorecen ese objetivo. En el último informe sobre la percepción de la felicidad en los distintos países, volvieron a aparecer en cabeza los países nórdicos: Finlandia, Suecia, Dinamarca…Todos ellos tienen un denominador común: un alto nivel de contacto con la naturaleza; luego parece claro los efectos beneficiosos que ese contacto tienen para nuestro bienestar.

En conclusión, la primavera puede afectar a la ansiedad de diversas formas debido a cambios en la luz solar, alergias estacionales, expectativas sociales y presión emocional. Sin embargo, al implementar estrategias efectivas de manejo del estrés y cuidado personal, puedes disfrutar de esta temporada y mantener tu bienestar mental en equilibrio. Recuerda que si experimentas ansiedad de manera persistente o severa, es importante buscar apoyo profesional de un psicólogo o consejero capacitado. ¡Disfruta de la primavera y cuida de ti mismo!

Si no puedes, no dudes en pedir ayuda

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