Como ya vimos en un artículo anterior el proceso terapéutico cuando se trata de abordar problemas en la relación de pareja, comienza por lo que llamaríamos una fase conceptual. En ella, se explican los conceptos fundamentales sobre los que se asienta la terapia y el modelo teórico que la sustenta y que marcará los distintos pasos a seguir.
Si anteriormente describíamos el “amor” como el intercambio complejo de conductas gratificantes en sus dimensiones motora, cognitiva y emocional; es lógico concluir que la situación de conflicto en la pareja se conciba como un proceso de intercambios de conducta inadecuados que se dan entre los dos componentes de la misma. Esta conceptualización lejos de ser algo simplista y/o determinista, pretende todo lo contrario, esto es, dotar de poder a los miembros de la pareja para intervenir en la relación de una forma efectiva que la mejore.
Se hace hincapié en que la relación es algo vivo, evolutivo y modificable a través de los cambios que cada uno de los componentes de la pareja introduzca voluntariamente en sus comportamientos. Es por ello que es tan importante que ambos se impliquen activamente en las tareas y esfuerzos que la terapia va a conllevar y que adquieran una concepción operativa del amor y de sus intercambios afectivos. Solo cuando estamos convencidos de que podemos cambiar las cosas, lo hacemos; de lo contrario… ¿para que molestarnos?.
Es tarea del Psicólogo implicar a los dos miembros de la pareja en el proceso terapéutico haciéndoles ver cuales son los mecanismos que explican la aparición, mantenimiento y/o extinción en su caso de los comportamientos ; cómo en base a ello, ambos son corresponsables de la conducta del otro y la importancia que tiene su participación activa en la terapia. Además es importante que entiendan bien los mecanismos de aprendizaje para que se sientan motivados a trabajar en ellos y les sirvan como herramientas para poder solucionar los conflictos presentes y los que pudieran surgir en un futuro.
Algunos de los conceptos que se integran en ésta fase explicativa son:
Con el conocimiento de estos principios básicos los miembros de la pareja empiezan a tener la sensación de que pueden utilizarlos como herramientas para cambiar aquello que no les gusta, y efectivamente es así. Aunque para ello deben tener muy en cuenta:
Evidentemente cuando estos requisitos iniciales se plantean a la pareja, la primera reacción es la de encontrarse superados ante lo que ven como una tarea ingente. Pero la realidad es que tal calificativo no es adecuado para lo que deben realizar siempre que exista la motivación adecuada. La fase de experimentación (donde se pone en práctica cada herramienta trabajando sobre aspectos muy concretos de la relación) se encuentra muy planificada y permite abordar las distintas tareas de forma estructurada y por tanto accesible. Pero esto lo veremos en el siguiente artículo.
Autor: Montserrat Sanz García
Bibliografia: Terapia de Parejas. Miguel Costa y Carmen Serrat
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