Cuando queremos resolver un conflicto, lo hacemos en base a dos preguntas:
¿Cuan importante ( o no) es esto para satisfacer nuestras necesidades?
¿Cuan importante (o no) es esto para satisfacer las necesidades de otras personas?
Dependiendo de nuestra respuesta a estas preguntas podemos hablar de la existencia de cinco maneras de resolver un conflicto. Ninguna de ellas es “correcta” o “incorrecta”. E incluso, habrá situaciones donde ninguna será la adecuada. (Por ej., si nosotros estamos conduciendo y de pronto otro coche se cruza, podemos decidir que “evitar el problema” es la mejor opción. Otras veces “evitar el problema” puede ser la peor alternativa. Así también, colaborar puede ser lo correcto algunas veces pero otras no).
1. La competencia. Una parte satisface sus intereses a expensas del otro. Las posiciones son rígidas y generalmente existe una sola solución. Se negocia en base al poder que tienen las partes (Ej. las salidas de nuestro hijo)
2. El evitamiento. Una parte trata de evitar el conflicto por distintos motivos. Se da cuando una persona que enfrenta un conflicto desea retirarse o acabarlo (Ej. discusión con tu suegra)
3. La adaptación. Una persona deja de lado sus propios intereses para satisfacer los de la otra parte. Se presenta cuando una parte tiene mucho interés en mantener en buen nivel las relaciones con la otra parte (Ej. decidir salir al cine con tu pareja)
4. El compromiso negociado. Se comparten las pérdidas y ganancias. El poder de las partes es similar, de tal manera que ninguna de las partes puede forzar una solución que los favorezca (EJ.: las negociaciones colectivas)
5. La cooperación. Es la típica negociación basada en intereses. Las partes trabajan codo a codo para satisfacer sus intereses y necesidades. Buscan en forma conjunta alternativas de solución que consideren “paquetes” que atiendan necesidades de las partes. Requiere que las partes confíen uno del otro a fin de que puedan discutir con transparencia cada uno de intereses y necesidades.
Los negociadores más eficaces, generalmente, asumen una negociación colaborativa o “ganar-ganar”. Se trata de crear una situación donde ambas partes se sientan ganadores. Las negociaciones tienden a ser mejores cuando ambas partes se acercan a la negociación deseando intentar satisfacer tanto sus necesidades como las de la otra persona. Como ya hemos dicho, sus características son, fundamentalmente:
Los conflictos bien gestionados ayudan a crecer, a estimular las habilidades de negociación y terminan fortaleciendo la relación interpersonal.
La forma adecuada de manejar cualquier conflicto debe conllevar las siguientes actitudes:
Una vez que nuestra actitud está definida, las siguientes técnicas nos ayudarán a gestionar el conflicto de forma adecuada:
Como ya vimos en el artículo anterior, nuestras emociones juegan un papel fundamental a la hora de percibir y en consecuencia de manejar los conflictos. Por ello utilizar técnicas que nos ayuden a controlar los aspectos emocionales, como la reestructuración cognitíva , técnicas de relajación, etc…nos permitirá conducir las discusiones con serenidad y en consecuencia conseguir que digamos lo que queremos decir y actuemos como deseamos actuar, independientemente de cual sea el resultado de la resolución del conflicto.
Con todo esto y cierta seguridad en nuestra capacidad para afrontar los conflictos, lograremos gestionarlos de forma adecuada.
¡Suerte!
Autor: Montserrat Sanz García
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