El Impostor
Hablemos del síndrome del impostor desde MSG psicólogos. Son muchos los que se preguntan en los últimos días con motivo de la aparición del personaje de “el pequeño Nicolás”, como es posible que un individuo con cara de niño haya podido llegar hasta donde ha llegado y se haya acercado a quien se ha acercado.
“Pero ¿cómo se creían lo que les contaba?…¿cómo alguien podía creer que casi un crio ostentaba tales cargos?…”. Sí, esos comentarios surgen ahora “a toro pasado” y cuando ya se ha descubierto el engaño. Pero lo cierto es que éste tipo de individuos presentan unas características peculiares que favorecen el engaño, y por otro lado, en la sociedad, en los individuos que les rodean también funciona lo que se llama “el efecto halo” que facilita el que estos impostores profesionales se salgan con la suya.
El “efecto halo” consiste en la realización de una generalización errónea a partir de una sola característica o cualidad de un objeto o de una persona, es decir, realizamos un juicio de valor previo a partir del cual, generalizamos el resto de características. En éste caso, el efecto halo partiría de la creencia social de que si nos rodeamos de personas influyentes, los demás pensarán que también somos influyentes. Si a esto le unimos un escenario adecuado, con el vestuario adecuado y la parafernalia adecuada, es decir, si recreamos una situación lo suficientemente fidedigna poniendo énfasis en los elementos clave, resulta que no es tan difícil engañar a los demás.
Y de ello se aprovechan éste tipo de personas. Personas que no tienen escrúpulos porque tienen una personalidad