Perder el tiempo
En éste loco mundo nuestro donde parece que no tenemos tiempo para nada, y menos perder el tiempo, y llegamos tarde a casi todo, resulta que uno de los grandes problemas que tenemos es la pérdida de tiempo. Incongruentemente con el número de actividades que se realizan hoy en día, lo cierto es que gestionamos mal el tiempo, lo perdemos en cosas de segundo o tercer nivel de prioridad y consecuentemente tenemos siempre esa sensación frustrante de no llegar a todo lo que nos proponemos.
Es cierto que nos planteamos numerosos objetivos a cumplir a lo largo del día, quizá demasiados. Pero probablemente si planificáramos bien nuestro tiempo y cumpliéramos con rigor los limites que debemos autoimponernos para no “dispersarnos”, seriamos capaces de llegar con soltura al final del día.
Como suele ocurrir le ponemos nombre a todo y a el arte de demorar, de dejarlo para después…le llamamos procrastinación.
Lo denominemos como lo denominemos, el concepto es el mismo: la tendencia a aplazar o relegar el cumplimiento de una obligación o el desarrollo de una acción.
Cuantas veces nos sentamos ante el ordenador con el ánimo de revisar facturas, mirar aquellos apuntes o escribir un artículo y nos sorprendemos a nosotros mismos consultando el correo o demorando lo que teníamos que hacer porque estamos contestando el comentario de alguien en Facebook. Reconozcámoslo, perdemos la concentración con multitud de estímulos que antes no nos tentaban, sencillamente porque no existían. Y en multitud de ocasiones es difícil no sucumbir a esas pequeñas cosas que nos distraen de lo que nos hemos planteado como verdadero objetivo, pero debemos ser conscientes de que hacerlo nos condena a la frustración y a sentirnos mal con nosotros mismos cuando nos damos cuenta de que “hemos perdido mucho tiempo”.
Si tan solo tuviéramos en cuenta unos pocos aspectos de los muchos que nos desvían de nuestra buena utilización del tiempo, ganaríamos en una mejor gestión y aprovechamiento de éste.
– Por ejemplo, la Tecnología. Sabemos cuanto nos ha facilitado la vida las nuevas tecnologías, la informática, pero…¿realmente nos resulta imprescindible para todo?