Expectativas fallidas
En muchas ocasiones la insatisfacción y el malestar que lleva a los pacientes a la consulta tiene más que ver con las expectativas incumplidas que con cualquier otro factor.
Expectativas con respecto a las personas que nos rodean, con respecto a la vida laboral que tenemos y expectativas incumplidas con respecto a nosotros mismos.
Nos planteamos ciertos objetivos en nuestras vidas que desafortunadamente raramente se cumplen en su totalidad y ello nos lleva a una situación de frustración con la consecuente autovaloración negativa y la aparición de estados emocionales negativos.
El ser humano es así. Nuestra mente genera una imagen de lo que debemos conseguir en nuestra vida: trabajo, pareja, casa, familia…independientemente de la situación y las posibilidades reales en las que nos encontremos. El choque es inevitable.
Hay quienes se consideran unos fracasados porque no han conseguido un trabajo estable a sus 30 años con dos licenciaturas y varios masteres. Ciertamente no es una situación ideal y tiene poco de positivo. Pero por muy buena que sea la situación si la comparamos constantemente con lo que esperábamos y no tenemos, evidentemente siempre saldrá perdiendo. Consecuencia: 1. Habrá una incapacidad para disfrutar de lo que tenemos (poco o mucho), y 2. La frustración que se genera dará lugar a emociones negativas que nos harán sentirnos mal y con menos capacidad para conseguir algo de lo que queremos.
Este “mal” es frecuente