Barreras en la resolución de un conflicto
Hoy hablaremos de las barreras en la resolución de conflictos que encontramos en los casos del día a día en MSG psicólogos. Una buena gestión del conflicto no implica necesariamente que éste se resuelva tal y como nosotros deseamos. De hecho hay conflictos con los que nos enfrentamos, que son difíciles de resolver, e incluso que son irresolubles. En ellos nos encontramos con barreras difíciles de rebasar que suelen estar relacionadas con el mundo emocional y perceptivo de las partes. Cuando esto ocurre, hablamos de Conflictos Irreales, no porque el conflicto no exista, sino porque en parte se genera y mantiene en base a las variables psicológico-personales y por tanto pertenece más al mundo personal de cada una de las partes.
En otros casos las dificultades vienen dadas por el entorno y/o por causas estructurales de la propia situación (económicas, legales, condiciones de trabajo, ruidos molestos, posesión irregular de bienes, etc.). Pertenecen al rango de la objetividad, de lo contrastable, y configuran un Conflicto Real. Es lo que ocurriría por ej.. por ej. cuando un inquilino deja de pagar y el propietario le exige la deuda y que abandone la vivienda.
Parece lógico suponer que en un Conflicto Irreal las barreras que nos encontremos para solucionar constructivamente un desacuerdo serán de mayor intensidad y complejidad, ya que los aspectos psicológicos son especialmente difíciles de manejar.
Algunos estos aspectos que generan conflictos irreales son problemas de comunicación y de percepciones.
Cuando la causa es atribuida a problemas de comunicación, su solución puede resultar bastante manejable con sólo aclarar los malos entendidos, mejorar la comunicación, etc.
Pero cuando las causas se ubican en el campo de las percepciones (que ya hemos visto son las que desencadenan sentimientos y emociones) son de más difícil solución. Porque las percepciones entran en el campo de lo subjetivo y personal, de forma que lo que para una persona no resultaría motivo de conflicto para otra (en base a sus principios, criterios morales, problemas psicológicos, historia personal, etc…) sí lo es, condicionando incluso la intensidad del mismo.