Terapia de pareja: resolución de problemas y negociación
En el anterior artículo hemos visto como se trabajan las Habilidades de Comunicación en la Terapia de Pareja, pero como ya vimos son muchos los aspectos que intentamos abordar en el proceso de intervención cuando la relación de pareja va mal. Para ello, la resolución de problemas y la negociación son partes vitales para que todo vuelva a su cauce.
Poseer Habilidades para resolver problemas y habilidades de negociación es otro de los aspectos de la relación que se analizan y se trabajan con la pareja si es necesario.
Es evidente que para resolver los problemas, primero tenemos que ser capaces de identificarlos y saber escuchar y expresar, en definitiva, tener habilidades de comunicación. Ello no significa que en la terapia se trabajen encasilladamente cada uno de los aspectos por estricto orden, más bien se aprovechan las situaciones conflictivas que plantean las parejas para ir entrenando aquellos aspectos disfuncionales basándonos en la concreción del momento, lo que da mayor valor ejemplarizante al entrenamiento y el aprendizaje de las nuevas conductas es mejor asimilado puesto que tiene una aplicación práctica.
No obstante en lo que respecta a la resolución de problemas el entrenamiento sí que se realiza de una forma más estructurada, puesto que se establece con la pareja el momento , la duración y el lugar en que se llevaran a cabo la discusión y negociación de algunos de los problemas que tengan pendientes de resolver y que suelen ser motivo de conflictos.
En un primer momento se ensaya en la consulta, con el terapeuta, sobre algún problema escogido por la pareja, de forma que la discusión se produzca en un medio controlado. Posteriormente se les pide que elijan dos o tres temas problemáticos para practicar en casa. Evidentemente los asuntos que escojan para estos ensayos sin supervisión serán de conflictividad baja, de modo que puedan controlarlos y se refuercen con su resolución.
Para facilitarles la tarea se les indican unas pautas que deben tener en cuenta para el éxito de la misma. En primer lugar tener claro que existen dos fases en el proceso de discusión de un problema: una fase de definición y una fase de solución del problema. En ambas hay que seguir unas pautas básicas que ya se han explicado al hablar de las habilidades de comunicación.
Fase de definición del problema
1. Comenzar siempre con algo positivo. Al iniciar la discusión de éste modo se facilita la cooperación y la receptividad del otro. A nadie le resulta fácil encajar críticas y menos si se reciben con tonos acusatorios y negativos. Cuando esto ocurre, la reacción natural es ponerse a la defensiva y contraatacar. Es normal, pero impide que se de el diálogo y mucho menos la resolución de un problema. Asi que si la critica va precedida de algún aspecto positivo el otro la aceptará mejor y estará más receptivo a nuestro mensaje y a solucionar la situación.
2. Hay que ser específico. ¿Que entendemos por específico?. Pues sería aquel que tras ser descrito, pudiera ser determinado por un observador. Es decir las vaguedades, las abstracciones y ambigüedades no ayudan a especificar un problema; y mucho menos la utilización de términos ofensivos o categóricos. El “nunca” y el ”siempre” fomentan estados de animo negativos ya que por sí mismos son indicativos de la imposibilidad del cambio, y además no son ciertos. El otro no “siempre es egoísta” o “nunca se preocupa por mi”, siempre existen momentos en que esto no es así, por lo tanto categorizar los comportamientos de este modo es inadecuado.
3. Expresar los sentimientos. Cuando se comunican los sentimientos que nos genera una determinada situación es más fácil para el otro entender el problema, su magnitud y empatizar.
4. Admitir tu papel en el problema, o lo que viene siendo lo mismo, aceptar la parte de responsabilidad que uno tiene en el conflicto existente. Independientemente del pasado, ahora sabemos y conocemos como el comportamiento de cada uno determina y controla el del otro, por lo tanto ante un problema la responsabilidad es compartida.
5. Ser breve cuando se defina el problema. Este aspecto es importante porque la mayoría de las parejas tienden a confundir hablar sobre un problema con resolverlo y además es bastante frecuente que se dediquen a hacer referencias al pasado, a sus sentimientos en aquellos momentos y como han arrastrado desde entonces ese lastre. Todo ello, en suma, irrelevante para resolver el problema actual y que les distrae del objetivo principal que es solucionar el conflicto presente.
6. Al hilo de esto es fundamental Discutir un problema a la vez. Porque como decíamos antes, las parejas en conflicto tienden a arrastrar conflictos diversos que van incorporando y mezclando cuando se inicia una discusión. De esta forma cuando se intenta encontrar solución a un problema se incluyen otros que lo único que hacen es complicar más el proceso e incluir estados de ánimo negativos que van vinculados a esos otros problemas. Como les decimos en consulta “vayamos cruzando los puentes de uno en uno”, de esta forma les resulta más asequible y con más probabilidades de éxito.
7. Utilizar Paráfrasis. Es una forma de indicar al otro que le estamos escuchando y prestando atención. Permite que estemos más centrados en el asunto de discusión y favorece la aparición de estados de animo más favorables a llegar a una solución. Si percibimos que nos escuchan no sentimos gratificados y “comprendidos”.
8. No hacer inferencias, es decir, hablar únicamente sobre lo que puede observarse. Porque hacer inferencias sobre la conducta de nuestra pareja puede ser miuy peligroso para resolver un problema. Por ej. :
- El: ¡Estoy harto de que me controles!
- Ella: ¡Pero si yo no te controlo, solo he preguntado con quien hablabas por el móvil por si era tu madre que tengo que darle un recado…!
- El: ¡No me vengas con historias que nos conocemos y se de sobra que lo que quieres es controlar todo lo que hago!
- Ella: ¡Déjame en paz!…tu eres muy listo y sabes lo que pienso así que para qué hablar contigo.
Hablar únicamente de lo que se puede observar es regla básica para poder resolver los problemas.
9. Ser neutral y no negativo. Hay que dejar claro que el objetivo no es discutir ni humillarse mutuamente sino despejar el terreno y resolver los problemas.
Cuando la pareja ha aprendido a comunicarse con cierta eficacia, entramos en la
Fase de solución del problema
- Hay que Centrarse en las soluciones. En principio se les anima a que propongan soluciones de forma impulsiva aunque sean de lo más absurdas. De esta manera aprenden a discriminar entre las soluciones “alocadas” y las adecuadas. Es muy importante que no vuelvan a la fase anterior, algo que debe ser controlado por el psicólogo.
- El cambio de conducta debe incluir reciprocidad y compromiso, es decir, hay que ofrecer ayuda en el proceso de cambio del otro y ofrecerse a cambiar algo de la propia conducta. De esta manera aumenta el poder reforzante y facilita los cambios deseables en el otro miembro de la pareja.
- Alcanzar un acuerdo. Planteadas varias soluciones se pasa a discutir las ventajas e inconvenientes de cada una de ellas en cuanto a las consecuencias de cada uno sobre la relación y para ambos componentes de la pareja.
Los acuerdos de cambio acordados deben ser muy específicos, de forma que se describa claramente como debe ser el cambio deseado, cuando se espera que se den dichos cambios y su frecuencia .
Una vez que la pareja ha entrenado y aprendido la forma adecuada de resolver un conflicto en la situación controlada de la consulta, se les insta a que experimenten lo aprendido por si mismos poniéndolo en práctica: primero con temas neutrales, siguiendo por temas positivos, continuando con peticiones de cambio y por fin, abordando temas sensibles y negativos. De esta forma van sintiéndose seguros en la forma de abordar los conflictos sin que aparezcan desde los primeros pasos las emociones negativas que tan disruptivas resultan y que son difíciles de manejar cuando se carece de cierta habilidad.
En muchos casos es útil utilizar un procedimiento de contrato para ayudarles a realizar y hacer efectivas las peticiones de cambio que cada uno de ellos hace al otro. Para que un contrato sea efectivo debe:
Debe ser abierto y libre de coacción. Es decir las responsabilidades y privilegios que se consignen deben ser únicamente las aceptadas tras la discusión.
Los términos del contrato deben ser escritos clara y explícitamente. No se debe dejar lugar a la interpretación. Por ej. decir “ser más limpio” no es específico…sí lo es “que se duche después de hacer deporte”.
El contrato debe ofrecer ventajas a cada uno de los miembros de la pareja. De lo contrario si se siente que se sale perdiendo no existirá razón para realizar el cambio.
Las conductas que se plasmen en el contrato deben encontrarse ya en el repertorio de conductas de la persona comprometida. Por ej. es absurdo exigir que el otro se encargue de las comidas si no sabe cocinar. Sí se le puede pedir que intente aprender un determinado plato.
Implicar a ambos miembros de la pareja en la resolución de un problema y hacerles responsables de la misma, vuelve a implicar la idea de que ambos son corresponsables de los comportamientos del otro.