Los problemas psicológicos no son enfermedades

Los problemas psicológicos no son enfermedades
Aclaremos este concepto desde MSG psicólogos: los problemas psicológicos no son enfermedades. En los últimos años y cada vez en mayor medida, se ve un gusto excesivo por parte de profesionales y legos en la materia, por poner etiquetas a cosas que no son sino la anormalidad normal de cualquier personalidad humana. Porque todos nosotros, en mayor o menor medida tenemos nuestras “lagunas”, nuestros fallos de funcionamiento que hacen que exhibamos una personalidad algo desequilibrada en algunos momentos de nuestra vida.
Y esto que es absolutamente normal (lo cual no implica que no deba ser resuelto), da lugar a la adjudicación de algún síndrome con nombre específico que parece dar peso a nuestra desviación de la media y justificación para sentirse mal e incluso para no hacer nada por solucionar el problema (“si se trata de una enfermedad es algo sobrevenido sobre lo que tengo escaso control”…).
Para muchas personas considerar que tienen una enfermedad les habilita para la queja, la falta de actividad y ser el centro de atención de los demás. Pero para otras supone multiplicar el peso de su alteración, al considerar que puesto que eso que les pasa tiene un nombre y es una enfermedad, la solución (si existe) va a ser ardua y difícil de lograr (“me han dicho que tengo cancerofobia…¿esto se cura?”…nos dice una paciente en la primera consulta).
Para los profesionales, algo que empezó como una manera de describir y clasificar distintos trastornos, ha acabado por expandirse de tal manera, que ya no cumple con ninguno de sus objetivos puesto que es difícil describir tal cantidad de síndromes y/o enfermedades cuyos “síntomas” se superponen unos a otros; y por lo tanto la clasificación se hace igualmente complicada.
El Psicólogo, trata con personas, no con trastornos. Esa es al menos nuestra premisa personal. Y porque no hay dos personas iguales, tampoco lo son los trastornos que padecen. Pueden parecerse en cuanto a los comportamientos que se exhiben, pero… ¿sirven las mismas herramientas para dos personas diferentes que tienen historias diferentes y entornos diferentes?.
La patologización de la sociedad y de los trastornos psicológicos en particular, proviene de un modelo medicalizado fomentado sobre todo por la industria farmacéutica. Siguiendo aquella máxima de que “la necesidad crea el órgano”, generan la “necesidad” de tratar “enfermedades psicológicas”, para crear los medicamentos que las traten (con éxito o no. Eso es otra cuestión).
Y así encontramos que lo que antes eran problemas cotidianos (tener miedo a las cucarachas, que nuestro hijo fuera movido, etc.…), hoy tienen un nombre propio que les confiere el poco honorífico estatus de enfermedad psicológica (hablaríamos de una fobia específica a las cucarachas, o de que nuestro hijo sufre de TDHA…) y en consecuencia la asignación de una posible medicación específica (o no) para su tratamiento.
Por nuestra consulta, han pasado pacientes de todo tipo y con todo tipo de problemas; muchos de ellos provienen de las consultas del psiquiatra o del médico de cabecera que ante una fobia, un duelo o problemas laborales, prescriben ansiolíticos, antidepresivos, hipnóticos, benzodiacepinas…cómo una forma rápida y eficiente de acabar con la “enfermedad”.
Pero la realidad es que no se acaba con ella. Primero porque tratan como enfermedad física algo que proviene del funcionamiento psicológico de la persona, por tanto la solución al problema pasará por estudiar y mejorar éste funcionamiento psicológico. Y en segundo lugar, porque en la mayoría de las ocasiones no se trata de enfermedades sino de simples desajustes que con los cambios adecuados pueden revertirse para que la persona se sienta mejor y más adaptada en y con su vida. Medicar en estos casos es, pues, tanto como matar moscas a cañonazos.
Con esto no pretendemos dar la idea de que no existan enfermedades mentales que requieran un tratamiento farmacológico específico, pero sí nos gustaría poner el acento en el exceso de patologización que vemos hoy en día en casos que son simplemente trastornos psicológicos más o menos coyunturales.
Ser conscientes de las diferencias, ayudara a todos (pacientes/clientes y profesionales) a otorgar a los problemas psicológicos la magnitud que tienen en cada caso y que no está vinculada con estar dentro de una o de otra etiqueta, sino con que sea una u otra persona la que los presenta.
Autor: Montserrat Sanz García
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