Perder el tiempo
Perder el tiempo
En éste loco mundo nuestro donde parece que no tenemos tiempo para nada, y menos perder el tiempo, y llegamos tarde a casi todo, resulta que uno de los grandes problemas que tenemos es la pérdida de tiempo. Incongruentemente con el número de actividades que se realizan hoy en día, lo cierto es que gestionamos mal el tiempo, lo perdemos en cosas de segundo o tercer nivel de prioridad y consecuentemente tenemos siempre esa sensación frustrante de no llegar a todo lo que nos proponemos.
Es cierto que nos planteamos numerosos objetivos a cumplir a lo largo del día, quizá demasiados. Pero probablemente si planificáramos bien nuestro tiempo y cumpliéramos con rigor los limites que debemos autoimponernos para no “dispersarnos”, seriamos capaces de llegar con soltura al final del día.
Como suele ocurrir le ponemos nombre a todo y a el arte de demorar, de dejarlo para después…le llamamos procrastinación.
Lo denominemos como lo denominemos, el concepto es el mismo: la tendencia a aplazar o relegar el cumplimiento de una obligación o el desarrollo de una acción.
Cuantas veces nos sentamos ante el ordenador con el ánimo de revisar facturas, mirar aquellos apuntes o escribir un artículo y nos sorprendemos a nosotros mismos consultando el correo o demorando lo que teníamos que hacer porque estamos contestando el comentario de alguien en Facebook. Reconozcámoslo, perdemos la concentración con multitud de estímulos que antes no nos tentaban, sencillamente porque no existían. Y en multitud de ocasiones es difícil no sucumbir a esas pequeñas cosas que nos distraen de lo que nos hemos planteado como verdadero objetivo, pero debemos ser conscientes de que hacerlo nos condena a la frustración y a sentirnos mal con nosotros mismos cuando nos damos cuenta de que “hemos perdido mucho tiempo”.
Si tan solo tuviéramos en cuenta unos pocos aspectos de los muchos que nos desvían de nuestra buena utilización del tiempo, ganaríamos en una mejor gestión y aprovechamiento de éste.
– Por ejemplo, la Tecnología. Sabemos cuanto nos ha facilitado la vida las nuevas tecnologías, la informática, pero…¿realmente nos resulta imprescindible para todo?.¿ Es necesario perder un valioso tiempo para anotar en el programa adecuado, el cual tenemos que configurar, que esa mañana hay que comprar leche?…o por el contrario, ¿tardaríamos menos usando el sistema tradicional de anotarlo en un papel?.
– Y ¿qué pasa con los nuevos sistemas de mensajería y el móvil?. Estar disponibles para nuestros contactos en whatsapp las 24 horas del día hace que nos dispersemos constantemente de la tarea que estemos realizando, nos crea una dependencia absoluta del móvil y da a los otros la sensación de obligatoriedad a estar disponible. Estar continuamente en contacto con los demás ya sea por teléfono, en persona o por correo electrónico, hace que perdamos un tiempo precioso en realizar las tareas que teníamos programadas. Y no se trata de ser insociable o antipático, sino de compartimentar los tiempos y utilizar el necesario para cada caso en cada momento. Es decir, que lo mejor es trabajar cuando hay que hacerlo concentrándonos en la tarea, lo que nos permitirá rendir mejor y más efectivamente, y estar en contacto con los amigos, compañeros y familia en los momentos dedicados al efecto.
– Y…¿nos hemos parado a pensar la cantidad de tiempo que invertimos para causar a los demás buena impresión?. Es cierto que causar una buena impresión puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso, pero con ciertos límites. ¿Es necesario pasar tantas horas maquillándonos, vistiéndonos, pasar tanto tiempo en el gimnasio o seleccionando la fuente de un correo electrónico porque queremos rayar la perfección?. Como siempre, en el término medio está la virtud y llega un punto en que estar pendientes de los detalles más nimios pasa a ser una pérdida de tiempo.
– Otra de las formas de gestionar mal nuestro tiempo es cuando esperamos a que las musas nos toquen con sus alas y resolvamos los problemas, dudas o decisiones por iluminación suprema. Vamos postergando acciones y toma de decisiones porque pensamos que en el momento en que llegue la inspiración seremos capaces de solventar rápidamente. Como decía Picasso “la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”; y es la única manera de que no se nos amontonen las cosas pendientes. Hacer lo que hay que hacer de forma inmediata y organizar las acciones, es la mejor forma de ordenar nuestra mente.
– Y al hilo de lo anterior, evitar la improvisación. Porque puede parecernos que aquellas personas que lo tienen todo planificado, son “cuadriculadas” y aburridas, pero la realidad es que ahorran un montón de tiempo al tenerlo todo organizado y ese tiempo ahorrado lo pueden invertir en algo interesante y/o divertido.
– Intentar buscar soluciones definitivas. Nos puede parecer que poner un poco de cinta americana para arreglar la urdimbre de la alfombra, es una buena solución, pero a la larga se despegará, tropezaremos, haremos el roto más grande y finalmente tendremos que llevarla a arreglar. ¿No hubiéramos ahorrado tiempo si hubiéramos optado por ésta solución definitiva desde el principio?…Muchas veces lo que parece más cómodo y rápido a la larga es más engorroso, caro y trae complicaciones.
– No perder tiempo en discusiones que no nos lleven a ningún sitio es otra de las cosas que hemos de tener en cuenta para una buena gestión del tiempo. Dialogar es positivo, pero si ese diálogo se alarga media mañana sin llevarnos a ningún sitio, lo mejor es cerrar la discusión y saber cuando se debe dar la razón o imponer nuestra autoridad al compañero, pareja, hijo, amigo y pasar a otra cosa. De ésta manera, evitamos enquistarnos en posiciones inútiles que nos hacen perder un tiempo valiosísimo para otras cosas importantes.
Como vemos son premisas de sentido común, pero que a la mayoría les resulta difícil tener en cuenta.
Se trata de valorar si empleamos bien nuestro tiempo y de forma efectiva, y si no es así, indagar en qué estamos fallando a la hora de gestionarlo de una forma eficaz y satisfactoria. Solo si conseguimos “ésta buena gestión”, tendremos tiempo para realizar las actividades que consideramos obligatorias y aquellas otras en las que el descanso y el disfrute deben ser los protagonistas.
Autor: Montserrat Sanz García
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