El “Paro”
El “Paro”
Hoy, en MSG psicólogos hablaremos sobre el “Paro”. Ya hemos hablado muchas veces de la importancia de las relaciones interpersonales en el ser humano. Desde que nacemos, nuestro mundo se va construyendo en base a las relaciones sociales, en base a las personas y tejido relacional que tenemos a nuestro alrededor.
El niño se inicia en los estímulos con la ayuda de su madre y a medida que va creciendo empiezan a entrar en juego más y más personas: padre, hermanos, abuelos, profesores, amigos….La red social se va haciendo así más y más compleja, proporcionando al individuo una fuente inagotable de estímulos, unos positivos, otros negativos pero todos igual de enriquecedores.
Cuando se empieza a empobrecer esa red social, la persona queda más vulnerable ante situaciones difíciles y/o traumáticas. Otras veces es la existencia de éstas situaciones el origen del empobrecimiento de las relaciones sociales y ello se suma a la dificultad de la propia situación traumática.
Esto es lo que ocurre cuando la persona se encuentra en una situación de paro. La pérdida de actividad laboral supone una situación de gran estrés y frecuentemente de soledad. Es una vivencia única que conlleva un alto impacto en nuestras vidas. Se experimenta y vive como una situación traumática que nos hace sentir que salimos del “mundo” y que no encajamos en una sociedad en la que necesitamos sentir que aportamos a su construcción.
Nuestra sociedad, que está pensada para individuos productivos, deja de ofrecer tantas posibilidades de relación personal si se sale del mercado activo. El individuo que antes tenía su red de contactos profesionales (compañeros de trabajo, conocidos a través del trabajo, etc.) pierde la oportunidad de estos contactos. Esto ocurre tanto por razones físicas (no se encuentra en el ámbito donde se daban), como por razones de aislamiento social del propio parado (por no trabajar se siente fuera de lugar con esas personas que antes conformaban su realidad) y de los que estaban a su alrededor (los demás siguen con sus rutinas y no entra en ellas atender a ese compañero perdido por el camino). En cualquiera de los dos casos, el resultado es el mismo: la persona se va encontrando cada vez más aislada y fuera de contexto.
Los problemas económicos que conlleva la situación de paro, obligan también a limitar las actividades de ocio, con lo cual se produce también una limitación de contacto con aquellas personas que formaban parte del mismo.
La perdida de autoestima como consecuencia de todo ello es frecuente y son pocas las personas en situación de paro que se sustraen a ésta miríada de sentimientos y emociones, en su mayoría negativos.
El problema es que cuanto peor sea nuestra autoestima y las expectativas positivas que tengamos de cambiar nuestra situación, peor será, ya no solo el resultado (que muchas veces depende más del mercado laboral que de uno mismo) sino indefectiblemente la manera en que vamos a vivir ésta situación. Y como se suele decir “si hay que pasar por ello, mejor hacerlo de la mejor manera posible, ¿no?”…
Y uno de los primeros pasos es intentar mantener nuestra red social y ampliarla. Es posible que quedar con los compañeros de trabajo sea difícil por horarios o simplemente por prioridades, pero podemos intentar conocer gente nueva en nuevos ámbitos, por ej. en un voluntariado. La persona parada dispone de tiempo y necesita tener la sensación de que contribuye a la sociedad para sentir que forma parte de ella. Es además una forma de conocer a personas nuevas, con nuevos intereses que nos pueden aportar mucho a nuestro aprendizaje y desarrollo personal.
Preocuparse por formarse también es una forma de sentir que hacemos algo por cambiar nuestra situación y también nos supone una oportunidad de ampliar nuestra red social.
Tener unas rutinas de actividad va a ayudar tanto a sentir que tenemos un cierto control de la situación como a sostener la autoestima. Pero lo que más prevendrá la aparición de problemas de depresión y ansiedad, según las investigaciones realizadas, es sentirse vinculado a las personas significativas de nuestro entorno. Saber que nuestra red social está ahí. Que podemos abandonar nuestra actividad laboral pero ello no significa que perdamos nuestro apoyo y red social.
Hoy por hoy, en nuestro país las instituciones publicas únicamente apoyan a las personas en situación de desempleo a través de la gestión de ofertas de empleo y se tiene poco en cuenta el aspecto emocional y psicológico de la persona. Por eso adquiere especial importancia el esfuerzo individual de cada uno por mantener y ampliar su red de contactos y apoyos sociales. Que uno de los objetivos diarios sea, paralelo a encontrar un nuevo empleo, mantener y cuidar las relaciones con aquellos que son significativos para nosotros. Será la mejor manera de prevenir otros problemas (depresión, ansiedad, et.) y de sentir que formamos parte del todo social que nos sustenta.
Cuando por distintas razones, ya se ha caído en la apatía, la angustia, los miedos, la ansiedad…mejor que dejarlos sin control, es buscar ayuda especializada, asesoramiento psicológico que nos ayude a encontrar el rumbo perdido. Muchos profesionales, sensibilizados con la situación económica particular de cada uno, ofrecen precios personalizados que permiten el acceso a la consulta, para que la falta de dinero no sea un obstáculo para el bienestar y la salud mental.
Autor: Montserrat Sanz García
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