Los grupos de Whatsapp escolares
Los grupos de Whatsapp escolares
“Llego a casa del trabajo. Tengo que preparar cenas, la comida del día siguiente, planchar, poner lavadoras y encima recibir los mensajitos de las madres del grupo de whatsapp de las clases de mis hijos, recordándome que tienen que llevar una manualidad o un trabajo para el día siguiente…trabajo que no hemos hecho porque no he tenido tiempo…Estoy harta.”…
De ésta manera se manifestaba una de mis pacientes que, por cierto, acude a consulta por problemas de ansiedad, cuando relataba su actividad diaria. Y no es el caso hablar de mi paciente ni de sus problemas de ansiedad. Lo que inspira éste artículo es éste nuevo fenómeno que se observa en los colegios, de creación de grupos de whatsapp entre los padres/madres de los niños de una misma clase, para mantenerse informados de las tareas escolares y/o de las fechas de exámenes; a través de los cuales, incluso, los propios profesores informan a los alumnos de los deberes diarios.
Algunos pensaran que es una forma de poner la tecnología al servicio de la educación, pero nada más lejos de la realidad. Cuando suplantamos y hacemos nuestras las obligaciones de nuestros hijos, flaco favor les estamos haciendo a ellos y a nosotros. Hacerles la vida más fácil, dárselo todo “masticado” les acaba convirtiendo, a la larga, en personas dependientes, poco consecuentes con sus actos, incapaces de hacerse cargo de sí mismas ni de sus tareas y por supuesto, incapaces de asumir cualquier responsabilidad.
Porque no olvidemos que los aprendizajes en el colégio, no son únicamente sobre las materias concretas de las asignaturas concretas. Los aprendizajes en el colegio son de cooperación, de saber compartir, de ayudar al otro, de ser consecuente con los actos y de responsabilidad, entre otros. En definitiva aprendizajes en valores básicos que van a ser los que cimenten la forma de funcionar en la vida de nuestros hijos.
Y si son los padres los que “estudian” éstas “asignaturas” (que ya deberían tener aprendidas, por cierto) y “se examinan” por sus hijos, difícilmente estos van a adquirir esos “conocimientos” tan importantes para el colegio y para la vida. Y así nos encontramos con padres que se arrogan la responsabilidad de estar pendientes de los libros que deben llevar sus hijos en la mochila para el día siguiente, de hacer con ellos las tareas escolares y/o los trabajos para clase.
Es necesario inculcar a los hijos que estudiar y todo lo que rodea a ésta actividad, es “su trabajo”, y por lo tanto, es su responsabilidad
- estar pendientes en clase para saber lo que tiene qué hacer (atención),
- planificar las tareas en función del tiempo del que disponen para hacerlas (lo que implica analizar la actividad, calcular el tiempo que nos va a llevar hacerla e incluso fraccionarla para ajustarla a los tiempos de estudio),
- realizarlas (que conlleva fuerza de voluntad y/o motivación para hacerlas)
- o no (de modo que tienen que asumir las posibles consecuencias negativas),
- y todo ello sin esperar a cambio más premio que el de la satisfacción personal por haber hecho lo qué tiene que hacer, cuando lo tiene que hacer y con buenos resultados.
Solo de ésta forma nuestros hijos se harán responsables de “su trabajo” y mañana serán capaces de generalizarlo a su vida para enfrentar y afrontar las muchas vicisitudes que, nos guste o no, se van a encontrar (igual que nos ha ocurrido a todos).
Mi paciente me decía: “ estoy agobiadísima y además ellos cada vez dependen más de que yo les diga lo que tienen que hacer y les ayude a hacerlo, pero si no me hago cargo, siento que no soy una buena madre. Todas las demás de clase lo hacen y si alguna vez he dicho a mi hija que se ocupe ella, me dice qué que mala mamá soy, porque las mamás de sus amigas sí las ayudan…”
¿Que nos dice todo esto?. Aparte de toda la argumentación anterior con referencia a los crios…¿qué papel están asumiendo los padres?. Cargarse adicionalmente con el trabajo de sus hijos, supone una responsabilidad añadida y además la frustración de ver que sus hijos no son capaces de hacer nada por sí mismos, carecen de motivación y de buenos resultados (en la mayoría de los casos), y todo ello motivado por un comportamiento y una actitud inadecuada ante la vida escolar de los chavales.
No son pocos los padres que nos manifiestan su angustia sobre: “ahora le puedo ayudar, pero ¿qué pasara cuando el nivel sea más alto y yo no llegue, o cuando vaya a la Universidad…?”
Por favor, recobremos la cordura. Los padres de hoy son los hijos de ayer. ¿A cuantos de ellos les hacían las tareas sus padres o se preocupaban por prepararles la mochila?…y por ello ¿consideran que sus padres eran peores padres, o más bien, ayudaron a que tuvieran herramientas para enfrentarse a las circunstancias de la vida?
Los avances tecnológicos están muy bien, pero utilizados con sentido común. Siempre se ha dicho que éste es el menos común de los sentidos, pero actualmente, por desgracia ese dicho popular cada vez se hace más real.
Decir “no” es difícil, pero es un principio básico en educación. Marcar los límites de las obligaciones y derechos de cada uno, indispensable para una convivencia feliz y para un crecimiento positivo. Así que aprendamos a decir no: “No miro qué deberes tienes en el móvil, estate atento en clase y los anotas…”, “No tengo que avisarte de que el jueves tienes un examen, eres tú quien debes recordarlo y organizarte para estudiar…” (pondrá más atención la próxima vez, cuando le suspendan), “No tengo que estar pendiente del whatsapp para que tú preguntes a tu amigo si puede venir a estudiar a casa, cuando acabas de estar con él en clase…”, “No soy tu agenda…”, y así un largo etcétera.
De ésta manera los niños ganarán en motivación, atención, planificación, organización y sobre todo en responsabilidad.
Y ahora preguntémonos:
¿Queremos pescar eternamente para nuestros hijos o enseñarles a pescar?
Autor: Montserrat Sanz García
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