Las Crisis Vitales
Las Crisis Vitales
Según la R.A.E. “Una crisis es un cambio brusco o una modificación importante en el desarrollo de algún suceso, y ésta puede ser tanto física como simbólica. Crisis también es una situación complicada o de escasez”. Así que, trasladado a nuestras vidas, hablaríamos de crisis vitales. Tratemos este tema desde MSG psicólogos.
Cambio brusco o modificación importante… esa es la clave del concepto de crisis, y aunque habitualmente se ha tintado con connotaciones negativas, una crisis no tiene por qué serlo; todo dependerá de la actitud con la que se viva y de la capacidad de salir fortalecido de ella. De hecho aprender a ver la crisis como una oportunidad de crecimiento y valorarla como tal, favorece su superación.
A lo largo de nuestra vida son muchas las situaciones y los momentos críticos por los que pasamos: un trabajo nuevo, la muerte de un ser querido, una enfermedad, etc…todas ellas son lo que se conoce como crisis situacionales. Pero lo que pretende ser objeto de éste artículo, son las etapas criticas que todos o una gran mayoría de las personas viven aparejadas a ciertos momentos vitales, es decir las crisis evolutivas.
La edad numérica no es lo más importante. Algunos vivirán la crisis de los 40 a los 36 y otros a los 43, lo significativo es que hay momentos en la vida de la mayoría de las personas en las que nos enfrentamos con nosotros mismos, con nuestras vidas y con los cambios y modificaciones que tenemos en ellas y ese enfrentamiento supone muchas veces un cuestionamiento de todos nuestros valores y creencias, nuestros objetivos y motivaciones. Son periodos en los que se pone a prueba nuestra capacidad de superación y las herramientas con qué contamos para hacerlo, y aparecen sentimientos de ansiedad, angustia y/o tristeza. En esas ocasiones, cuando sentimos que somos incapaces de afrontar la crisis, debemos pedir ayuda, tanto a los que nos rodean como a los profesionales si es necesario.
– La primera crisis vital que por experiencia propia y profesional puedo identificar, es la de la adolescencia.
Pasamos de sentirnos seguros y protegidos (en la mayoría de los casos) por nuestros padres, nuestro ámbito familiar y escolar, a cuestionar esa zona de confort en la que nos encontramos. Empezamos a cuestionarnos a nosotros mismos, a tomarnos la medida en referencia a los demás y andamos perdidos con respecto a quienes somos, qué queremos y cómo conseguirlo. Esto suele ser común en casi todas las crisis vitales, la característica principal de la adolescente es que no contamos aún con el desarrollo mental y cognoscitivo con que contamos a los 40 años y por supuesto no tenemos el recorrido experiencial de ésta época de nuestra vida.
El adolescente se mide a sí mismo y sus posibilidades, retando a la autoridad, rebelándose con lo establecido casi por sistema, y en todos los aspectos, tanto éticos como estéticos. Hoy en día, además, el periodo pre y adolescente se ha alargado como consecuencia de la sobreprotección familiar y el funcionamiento social actual que considera adolescentes a chavales de 18 años que en la época de nuestros padres, eran considerados “hombres hechos y derechos”.
El adolescente asiste a cambios bruscos y extraños para él en su cuerpo, en su organismo y que le determinan sentimientos y sensaciones antes desconocidas. El despertar del deseo sexual, una montaña rusa de emociones consecuencia de los cambios hormonales…hay que reconocerlo es sumamente difícil “colocar” todo eso.
– La siguiente crisis vital suele aparecer alrededor de los 26 o 30años. Es la conocida como crisis de juventud.
Nos enfrentamos a la toma de decisiones, a cambios en nuestras vidas y a la inseguridad de si esas decisiones son, serán, las correctas o no. Hemos escogido nuestra profesión, si hemos tenido suerte hemos encontrado trabajo, quizás hemos formado una familia y nos enfrentamos a la primera experiencia de paternidad. Un vez más, nos encontramos con cambios en nuestra vida que nos la ponen patas arriba.
¿Sabré ser buen padre…?, ¿sabré enfrentarme a todas las responsabilidades que esto supone?. Abandono mi zona confortable de joven despreocupado y sin responsabilidades más allá de disfrutar de la vida y aprender, para sumergirme en responsabilidades educativas(de otro ser humano), económicas, de compromiso con otra persona que encima, depende por completo de mí. Este, con ser un momento de crisis vital, suele superarse con relativa rapidez porque la propia dinámica de la situación arrastra a superarla, sí o sí; y cuando esto no ocurre la resolución de la crisis suele desembocar en una huida de la situación insuperable, lo cual también es una forma de resolución.
– Hacia los 40 años, aparece la siguiente crisis vital y por cierto una de mis preferidas. Y no lo es porque sea agradable, ni mucho menos. De hecho suele ser dura, muy dura, pero es de la que más fortalecido se sale y la que suele propiciar los cambios vitales más importantes.
Volvemos a cuestionarnos nuestra vida: si hemos tomado el camino adecuado, si nuestras elecciones han sido las correctas y si nos vemos haciendo y viviendo con y de la misma manera los siguientes 20 años. Es el momento en que con más probabilidad se pide ayuda profesional a un psicólogo y por ello los cambios en cualquier sentido son mucho más profundos y conscientes. uno mira atrás y se pregunta ¿qué estoy haciendo con mi vida?, ¿la estoy viviendo cómo quiero y con quien quiero?….
– La siguiente crisis evolutiva es la que aparece cuando empezamos a enfrentarnos con el paso del tiempo y sus efectos en nuestro cuerpo y nuestra vida. Los hijos abandonan la casa familiar para emprender sus propios proyectos vitales, y los padres, sobre todo las madres para muchas de las cuales su objetivo fundamental giraba en torno a la crianza y educación de los hijos, sienten una especie de vacío vital al que se unen los efectos del paso del tiempo.
La vida laboral acaba, empiezan los achaques, el cuerpo es vencido por la ley de la gravedad y notamos unas limitaciones físicas que no suelen ir acordes con la edad mental. Nos damos cuenta que han transcurrido tres cuartas partes de nuestra vida y que no nos ha dado tiempo a casi nada. Algunas personas lo describen como “siento que me he dejado llevar por la vida, que me ha arrastrado sin yo quererlo, y no he conseguido hacer casi nada de lo que quería…”.
Es probable que algunos de vosotros identifiquéis otras etapas vitales cómo críticas: la de la primera infancia, la de la vejez…
De hecho la vida, es un cúmulo de momentos críticos y un circuito de crisis vitales, por eso es tan importante ser conscientes de la normalidad de su existencia y de la importancia de saber como adaptarnos a ellas y salir fortalecidos tras cada “batalla”.
“En ésta vida hay que morir varias veces para después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra” (E. Trías Sagnier)
Las crisis nos dan, pues, la oportunidad de, cómo el ave Fenix, resurgir de nuestras cenizas tantas veces como sea necesario creciendo cada vez un poquito más.
Autor: Montserrat Sanz García
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