¿Influye el porno en la sexualidad?
¿Influye el porno en la sexualidad?
En la actualidad, genera debate qué acceso tienen en especial púberes y adolescentes a contenido pornográfico así como otro tipo de contenido apologético suicida, patógeno.. porque podría estar interfiriendo de manera directa e indirecta en su comportamiento. Forma parte del sentido común que nuestra manera de ser, actuar y pensar está influido por lo que vamos aprendiendo a lo largo de nuestra vida. Y este tipo de contenido forma parte de lo que se aprende.
Cuando hablamos, por tanto, de cómo influye el porno a la hora de relacionarnos sexual y afectivamente, hay una parte muy lógica que ya imaginamos. Pero, si hacemos un análisis más profundo, ¿de qué manera nos perjudica?, ¿existe algún beneficio?, ¿rompe tabúes sexuales o los genera?
En el caso del porno, hacemos referencia al contenido pornográfico que nos llega a través de anuncios, videos, fotos, blogs, directos… bien buscado o percibido de manera involuntaria.
La sexualidad es el conjunto de comportamientos y prácticas que expresan el interés sexual de los individuos. Dadas las múltiples funciones que desempeña está presente desde que nacemos como un factor biológico fundamental, que en combinación con los factores sociales condicionan en cada individuo como sentir y expresar los aspectos relativos al sexo biológico, la reproducción, la orientación sexual, el erotismo, la intimidad, el placer y el género. En el ser humano la sexualidad va más allá de la mera función de reproducción de la especie cumpliendo también funciones afectivas.
El individuo es sexual desde que nace hasta que muere. Sin embargo, en las diferentes etapas la sexualidad se vive de una manera diferente. Las hormonas serán responsables en gran medida de las diferentes sensaciones sexuales.
Especialmente, en la etapa adolescente se está produciendo un ajuste hormonal que nos permite desarrollarnos y preparar al cuerpo para una posible procreación. La libido aumenta en la mayoría de los casos, por lo que el deseo sexual está más presente que nunca.
Esto unido a que en estas edades el sexo está más que limitado (espacios, tiempos, poca intimidad…) los/las menores acceden a cualquier contenido virtual gratuito que satisfaga su curiosidad. Y asi acceden a contenido virtual donde en la mayoría de las ocasiones les llegan: vejaciones, violaciones, cosificación (especialmente de la mujer), degradación del sexo (acotándolo únicamente al coito o al sexo oral), encuentros fortuitos sin una relación previa ni afectiva, o comportamientos fetichistas en torno a “las madrastas”, “las maduras”, “las vírgenes”, profesiones en torno al cuidado y encasillado en la mujer (enfermera, psicóloga, profesora…).
A las personas que no acceden o buscan este tipo de contenido, en muchas ocasiones, les aparece en forma de banner: “Tatiana quiere hablar contigo, ¿quieres pasar un rato divertido con ella?” unido a su foto en la que destacan sus atributos sexuales. Nuestros adolescentes crecen con este tipo de contenidos llegando a normalizarlos y dando lugar a comportamientos imitativos que están muy lejos de las relaciones sexuales sanas e igualitarias.
Ciertamente, otras generaciones previas se han criado en entornos en los que la erotización estaba en un tobillo, un hombro o una mujer con bikini, dándose especial importancia al aspecto físico. Sin embargo el público al que se dirigían las publicaciones o films de éste tipo era muy concreto y específico (hombres heterosexuales) y poco accesible a los menores.
Es algo evidente que la buena información y/o educación sexual es fundamental para que nuestros jóvenes adquieran un conocimiento adecuado de cómo sentir y relacionarse con una pareja sexual. Por ello, explicar que las caricias, el buen trato, el placer a través de los orgasmos y de los detalles y del cuidado de la otra persona engloba la sexualidad, es fundamental.
La literatura o las películas eróticas pueden ser estimulantes e instructivas siempre que reflejen situaciones de interacción sexual en las que haya un respeto de los participantes, no exista violencia y se muestre un respeto e igualitarismo entre ellos. Lo contrario significa normalizar comportamientos lesivos y someterse a un hiperestimulación que puede llevar a problemas en las relaciones “reales” en las que esas fantasías no pueden realizarse, no siendo extraño que aparezcan problemas de erección , por ej. en hombres con consumo intenso de pornografía.
Como norma básica tener en cuenta que la sexualidad, el sexo, es más estimulante y gratificante cuando se da piel con piel, dejando a un lado la ficción. Mirar a los ojos al otro y explorar formas de procurarle y procurarse placer respetando sus deseos y teniendo en cuenta sus necesidades es el camino de un sexualidad saludable.
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