Hablemos del cáncer en este artículo de MSG psicólogos dado que hoy es 4 de Febrero: Día Internacional De La Lucha Contra El Cáncer.
Afortunadamente la palabra “cáncer” con el paso del tiempo, ha dejado de ser un sinónimo de muerte y se pronuncia con más naturalidad que en el pasado donde prácticamente suponía un tabú. Aún así, a pesar de que conocemos cada día más sobre esta enfermedad, nos enfrentamos a ella con más medios y existen muchos mas apoyos sociales que antes, continúa siendo algo que nadie desea oír en boca de su médico y que aun se asocia a sufrimiento y en el peor de los casos a la perdida de la vida. Y eso aún cuando desgraciadamente la tasa de casos de cáncer crece todos los años y es raro que no conozcamos o tengamos a alguien cercano que sufra o haya sufrido la enfermedad.
Psicológicamente, una persona diagnosticada de cáncer sufre las consecuencias de enfrentarse a una situación estresante y que va a suponer cambios radicales en su vida. La reacción de cada persona, por tanto, será aquella que le sea propia según su forma de ser y su personalidad; su forma de enfrentarse a los problemas, sus creencias, valores y forma de ver el mundo y a quienes le rodean.
Hay por tanto, tantas reacciones como personas y la forma en que se afrontará la enfermedad será por ello, única. No obstante, sí podemos decir que existen emociones que se suscitan antes, durante y después incluso de superar la enfermedad, que suelen ser comunes en todos los casos y de carácter negativo. Porque ¿podemos tener emociones positivas si nos diagnostican una grave enfermedad?. Evidentemente No. Aunque lo que sí es cierto es que la intensidad de estas emociones negativas va debilitándose a lo largo de la enfermedad.
Ante el diagnóstico, pasamos por diferentes fases similares a las que se dan ante cualquier mala noticia recibida:
– Fase de Crisis o Shock: se dan sentimientos de vulnerabilidad, confusión, inseguridad y pérdida. Puede durar desde unos pocos días a unas semanas.
– Fase de Negación: Incredulidad “no me puede estar pasando esto” ,”se tienen que haber equivocado”
– Fase de tristeza, depresión, llanto, impotencia, miedo…
– Fase de Aceptación: que suele coincidir con el tratamiento de la enfermedad con lo que se tiene la sensación de “control de la situación” de que se está haciendo algo por resolverla.
En cualquier caso, la mayoría de las personas diagnosticadas de cáncer sufren un shock emocional y necesitan tiempo para asimilar la noticia. El carrusel de emociones es incesante: aparecen la desesperanza, la tristeza y sobre todo algo que sobrevuela a todos los pacientes durante toda la enfermedad la incertidumbre, la inseguridad ante lo que pueda ocurrir.
Hay personas que se sienten culpables por haber hecho o dejado de hacer algo que ha desembocado (creen ellos) en el cáncer. Algo completamente erróneo, porque la enfermedad es consecuencia de la combinación de múltiples factores sobre los cuales muchas veces no se tiene ninguna influencia (por ej. los genéticos).
Todas estas reacciones emocionales que son absolutamente normales no hay que confundirlas con un problema psicológico y poco a poco se van debilitando, pero si el paciente siente que no puede manejarlo por si mismo siempre es recomendable solicitar ayuda psicológica y ello a los primeros síntomas y sin esperar a estar desbordado. Antes de llegar a éste punto hay una serie de consejos que resultan útiles para el manejo de estas emociones:
Estas estrategias de gestión emocional son útiles en todas las fases de la enfermedad, porque incluso cuando el cáncer se considera superado la angustia y los miedos a lo que puede ocurrir en cada revisión, a que reaparezca, etc…alcanzan en algunas personas grados de intensidad similares a los que se dan en el diagnóstico de la enfermedad.
En todas las fases, además es fundamental el apoyo que se recibe del entorno. Que los familiares y amigos “estén” junto al enfermo, apoyándole en cada momento, escuchándole u ofreciéndole compañía en silencio, ayuda a percibir que no se está solo en la lucha y sirve de apoyo y/o sostén en los momentos difíciles. La confianza con el equipo médico, donde preconizamos la presencia del psicólogo durante todo el proceso (algo que hoy en día se da en pocos Hospitales), es también fundamental. Poder preguntar dudas sobre lo que va a ocurrir, efectos secundarios de los tratamientos, etc…ayuda a prepararse ante lo que va a venir y a sentir que se tiene un cierto control de la situación.
La presencia del Psico-oncólogo, por su parte, “…promoverá educación, habilidades de afrontamiento, apoyo emocional a los pacientes , sus familias y profesionales que los cuidan, adhesión terapéutica, adaptación a la enfermedad, apoyo social, control de los síntomas psíquicos y físicos – vómitos, dolor…- y, en definitiva, aquellas áreas que fomenten la calidad de vida del paciente y sus allegados en las distintas fases de la enfermedad, que disminuyan la experiencia de sufrimiento y que faciliten las labores asistenciales del equipo sanitario …”(Pilar Arranz. Dtra.Técnica del Instituto Antäe)
Bibliografía: Psicología Patológica. Aquilino Polaino-Lorente
Enfrentarse al Cáncer. AECC
Psicología, Cáncer y Cuidados Paliativos. INFOCOP nº 27
Autor: Montserrat Sanz García
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