Ya vimos en un artículo anterior, la importancia que las habilidades comunicativas tienen para los seres humanos así como la relación con los demás, con congéneres de su misma especie. Y la relación con los otros implica comunicación, porque si algo caracteriza el contacto del hombre con otro ser humano, es que es imposible “no comunicarse”.

Bien sea de forma verbal o de forma no verbal, siempre comunicamos. Con nuestros actos o nuestras inhiciones siempre comunicamos algo al otro. Por eso es sumamente importante manejar bien nuestras habilidades comunicativas si queremos que nuestras relaciones con los demás no se vean perjudicadas por las deficiencias en éste área.

Estos problemas pueden producirse por la carencia de habilidades comunicativas que nunca han formado parte de los repertorios básicos de conducta de la persona, o porque, aún existiendo, no se utilizan correctamente, generalmente por estar mediatizadas por el universo emocional del comunicador.

A pesar de la gran importancia que las competencias en éste ámbito tienen, no se le concede la atención debida. Cierto es que todos los seres humanos aprenden a comunicarse a través del aprendizaje implícito y/o explícito que reciben de los que les rodean. Desde la infancia, aprendemos que solo comunicándoles a los demás nuestras necesidades podremos verlas satisfechas. Pero esta regla básica y efectiva en los primeros años de nuestra vida, pasa a verse mediatizada con el paso del tiempo por las normas sociales, morales, etc. Y el problema es que siendo esto necesario, muchas veces no nos enseñan las alternativas correctas para conseguir ambos objetivos. Esto es, cubrir todas nuestras necesidades, pasando el filtro de las normas que imponen las relaciones sociales, pero de forma adecuada, es decir, efectiva y respetuosa con los demás.

Esta sería una tarea muy interesante y necesaria a llevar a cabo en los medios educativos, aparte de la que ya se realiza en el seno de la familia. Pensemos que es en el colegio donde el niño empieza a “socializarse”- lo que implica comunicación con los demás -, y es una ocasión de oro para enseñar modelos correctos de comunicación y para modificar aquellos modelos que no sean adecuados ni adaptativos.

Enseñar a los niños desde pequeños qué elementos intervienen en la comunicación, qué distorsiones se pueden producir en la misma y de qué manera podemos mejorarla, les ayudará en un futuro a manejar de forma eficaz esa herramienta tan importante.

Saber que si no miran a quien están hablando dará la sensación de querer ocultar algo, o que si sus palabras mandan un mensaje pero su lenguaje corporal envía otro, indicaran la falsedad del primero.

Desarrollar las habilidades comunicativas permite que nuestros pensamientos, necesidades y emociones lleguen de forma adecuada a quienes se lo queremos enviar, evitando malos entendidos y distorsiones que puedan suponer una fuente potencial de conflictos con las consecuentes repercusiones negativas.

Hemos de tener en cuenta que todos los conflictos se caracterizan por problemas en la comunicación. No quiere esto decir que todos los conflictos obedezcan a problemas comunicacionales, evidentemente la disparidad de intereses, de objetivos u otros son suficientes por si mismos para generar un conflicto. Lo que decimos es que sea causa o consecuencia, los problemas en la comunicación están siempre presentes en el conflicto, y por ello el primer paso para intentar solucionar éste pasa por esforzarnos en mejorar nuestras habilidades de comunicación con la otra parte.

Y ni que decir tiene sobre la importancia de las habilidades comunicativas a la hora de expresar nuestro universo emocional. Expresar nuestras emociones negativas y positivas, sacarlas fuera es un acto saludable y catártico, pero hemos de tener el “canal” adecuado para hacerlo, la “línea comunicativa” óptima. Pero esto ya será objeto de otra entrada.

Autor: Montserrat Sanz García