El Tiempo robado
El Tiempo robado
Al principio nuestra conciencia del tiempo nos la marcan nuestras necesidades fisiológicas. En nuestra primera infancia la mañana está determinada por el desayuno, la tarde empieza tras la comida y la siesta, y así día a día. A medida que vamos despertando a nuestra conciencia social a través del contacto y la relación con los demás, esa simplicidad se va perdiendo y nuestras referencias para tomar conciencia del tiempo se van haciendo más complejas. Los horarios del colegio, de las actividades extraescolares, los días festivos, etc. nos dan pauta del paso del tiempo y nos permiten no solo saber en qué momento del día, en que estación o en que año nos encontramos, sino también prever lo que llegará a continuación. Porque sabemos (así lo hemos aprendido) que tras el verano llega el otoño y después de éste el invierno.
Pero ¿qué ocurre cuando las referencias que tenemos para tomar conciencia del tiempo se adelantan?….Pues que nuestra percepción del mismo va “acelerada” y tenemos la sensación de que el tiempo se nos escapa entre los dedos.
Es común oír en las conversaciones de la calle la expresión “hay que ver como pasa el tiempo, si ayer era verano y ya estamos en Navidad…”. Y es que parece que tenemos prisa porque llegue “lo siguiente”.
Es obvio que se trata fundamentalmente de un interés comercial puro y duro, pero psicológicamente tiene un efecto demoledor en nuestra percepción del tiempo.
Los estímulos vinculados con determinadas épocas del año no lo están con el momento exacto. Y así ocurre que los viajes de vacaciones de verano, comienzan a ofertarse en Abril (“¡no lo deje escapar!, ¡decida qué hacer en sus vacaciones!, etc.”) y en la época en la que en muchos sitios aún estamos con el abrigo ponen en marcha los estímulos condicionados precisos (vacaciones=verano) y pensando en ello, desprendemos nuestra atención de la primavera para pensar un poco más allá, para pensar en otra estación tan breve como la anterior, porque antes de que nos demos cuenta tenemos los polvorones a la venta.
Que ya en Agosto se venda Lotería de Navidad, o en Octubre se encuentren en los supermercados productos navideños, puede ser que incite a un mayor consumo pero también en nuestros cerebros reduce el tiempo que pasa entre las estaciones del año, y en consecuencia entre los años y en consecuencia tenemos la percepción de que la vida nos pasa en un suspiro.
Hay momentos en que somos conscientes de ésta “manipulación” que llevan a cabo las marcas y centros comerciales. Pero pasado el primer impacto, nos sumergimos en las “aguas bravas” del consumo. Sino físico, sí psicológico, y adaptamos nuestro paso al ritmo temporal que nos marcan con el manejo de estímulos de referencia.
Es difícil sustraerse a todo ello, pero debemos al menos intentarlo. Y cuando menos, debemos ser conscientes de lo qué ocurre y con que finalidad. Porque sino dejaremos que nos sigan “robando el tiempo” por espurios intereses, cuando, si algo hay que no se puede comprar es precisamente el tiempo.
Los más susceptibles a éste cambio de ritmos temporales son, obviamente, los niños. Porque en su caso, ni siquiera tienen referencia del tiempo en pasado, esto es, del tiempo pasado.
Resulta curioso oír a niños de 10 u 12 años decir que el tiempo se les pasa muy rápido. Bien es verdad que hay que tener en cuenta el alto nivel de actividades que tienen y la gran cantidad de estimulación (videojuegos, consolas, tableta…) a que están sometidos ( ya hablamos de ello en otro artículo ). Pero no es menos cierto que padecen igual que los adultos la “aceleración del tiempo” de que venimos hablando. Protegerles de toda ésta estimulación equívoca sería necesario, aunque hemos de reconocer que difícil, ya que los intereses comerciales parecen invadirlo todo.
Los Psicólogos solemos decir que una de las claves de la felicidad y de estar bien con uno mismo, entre otras, es disfrutar del momento, del presente. Ser capaces de atender plenamente a la cena que estamos disfrutando sin pensar constantemente en la comida de mañana. Disfrutar de un paseo por el campo hoy sin pensar que el fin de semana próximo queremos ir a esquiar….
No son formas de alargar el tiempo pero sí de que nuestra percepción del mismo sea más realista y ajustada. Y sobre todo, son formas de vivir más plenamente y con menos manipulaciones externas.
Autor: Montserrat Sanz García
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