Cómo cuidar nuestra salud mental
Hoy en día quien más y quien menos “se cuida”. Cuida su alimentación, sus niveles de colesterol, de glucosa,… la tensión arterial. Sigue las recomendaciones del médico y con todo ello consideran que están haciendo lo necesario para vivir mejor y por más tiempo. Y siendo todo ello necesario, lo cierto es que hay una parte de la salud individual que se está dejando en erial, y es el cuidado de nuestra salud mental.
Ya lo decían los antiguos griegos “mens sana in corpore sano”. Y es que tan importante, o más si cabe, es mantener una buena salud física como una buena salud mental teniendo además en cuenta que ésta última es responsable en gran medida de la primera (muchos problemas psicológicos se manifiestan también en problemas físicos, como la diabetes, tensión arterial, úlcera estomacal, etc.…).
Cuidarnos psicológicamente es por tanto de gran importancia y no es demasiado complicado. Tan solo hay que tener en cuenta algunos aspectos sencillos que nos permitirán mantener nuestro equilibrio psicológico y vivir con mayor plenitud.
- Dormir lo suficiente. El descanso es fundamental para recuperar las fuerzas físicas y psicológicas. No en vano es durante el sueño el momento en que nuestras conexiones neuronales se reactivan, procesamos gran parte de lo vivido durante el día y llevamos a cabo el proceso de memorización y elaboración mental más complejo, y todo ello sin prácticamente, darnos cuenta. Muchos os preguntareis ¿cuánto es dormir lo suficiente?, ¿las míticas 8 horas?. En principio sería ideal dormir esas horas con un sueño reparador, pero hay que ser realistas y tener presente que según la edad el nº de horas se va restringiendo resultándonos igual de efectivo. Lo fundamental es regular bien el ritmo de vigilia-sueño y para ello debemos tener en cuenta una cierta profilaxis del sueño: acostarse más o menos a la misma hora todos los días, no hacer comidas copiosas ni ejercicio justo antes de dormir, procurar no beber en exceso para que no se produzcan interrupciones del sueño por necesidad de micción, no ver TV en la cama, etc.…
- Realizar ejercicio físico moderado regularmente y a ser posible al aire libre para disfrutar del sol. Porque el ejercicio físico favorece que ciertas sustancias (endorfinas y serotonina) que contribuyen al bienestar, se segreguen en mayor medida. Además ayuda a descargar tensión, estrés y mejora los trastornos emocionales.
- Hacer una lista de objetivos. A ser posible de objetivos a medio o medio-largo plazo. Porque tener objetivos nos va a permitir mantener la motivación para conseguirlos, marcarnos metas, estructurar nuestras acciones y planificar proyectos, dando sentido a nuestro día a día.
- Meditar. Tomarnos un tiempo a lo largo del día para pensar en nosotros mismos, en lo que queremos, necesitamos y hacemos. Tomarnos un tiempo para saber donde queremos ir y lo que estamos haciendo para conseguirlo. En definitiva, para conocernos mejor. Esto nos dará herramientas para enfrentar situaciones difíciles en el futuro y la medida de lo que podemos esperar de nosotros mismos.
- Tener contacto con los amigos y la familia (contacto social). Mantener el contacto con aquellos a los que nos unen lazos afectivos favorece la secreción de oxitocina, hormona que produce sensación de bienestar. Además supone un factor protector frente a muchos problemas psicológicos y favorece una evolución adaptada del individuo a lo largo del tiempo (se envejece mejor).
- Relajarse es fundamental. Tomarse tiempo para uno mismo, para cuidarse y regalarse momentos de esparcimiento y descanso, ayuda a liberar tensión acumulada, mejora síntomas psicosomáticos y el autocontrol. No debemos sentirnos culpables por utilizar tiempo para nosotros mismos, nuestras aficiones, gustos y/o intereses. Pensemos que solo cuando nosotros estamos bien somos capaces de ofrecer lo mejor a los demás. Mimarnos, por tanto, no es un acto egoísta sino más bien práctico.
- Mantener en forma nuestra mente. Utilízala. Ejercítala con crucigramas, sudokus o pruebas de ingenio. Piensa que “lo que no se usa se atrofia”. Si queremos que nuestra mente llegue en las mejores condiciones el máximo tiempo posible, no dejemos que se “oxide”.
- En relación a lo anterior, no debemos abusar de la TV. Es una actividad absolutamente pasiva que no desafía nuestra mente en absoluto.
- Lo mismo ocurre cuando nos resistimos a salir de la rutina. Cuando algo se vuelve rutinario, se automatiza, se realiza de forma mecánica y eso nos supone un mínimo esfuerzo mental.
- Por eso es bueno salir de la monotonía de vez en cuando. Suponen un incentivo en nuestra vida y añaden ese punto de sorpresa que nos hace reaccionar.
- Realizar cambios intencionados en nuestras rutinas, en nuestra vida movilizan nuestras motivaciones, incentiva nuestra actividad mental y nos obliga a estar más alerta y en forma.
- Ser creativo. Cada uno en aquellas actividades para las que presente aptitudes y/o interés. La creatividad no solo está en pintar o esculpir, quizá se nos de bien tejer, o hacer juguetes o estanterías…lo importante es que “saquemos lo que tenemos dentro”. Todos tenemos mucho que ofrecer, no dejemos que se muera en nuestro interior.
- Ser autónomo y autosuficiente. Para muchas personas puede resultar más cómodo delegar en los demás la propia responsabilidad, depender de otros y de lo que otros hagan. Puede ser cómodo pero no es útil. Sentir que dependemos de alguien nos hace sentirnos débiles y con una autoestima peor, lo que al final se traduce en problemas emocionales y psicológicos.
- Eso no significa que no podamos pedir ayuda cuando lo necesitemos. Eso no es signo de debilidad, más bien al contrario implica que estamos seguros de nuestra valía aunque en este determinado momento nos sintamos necesitados de ayuda. Como animales sociales que somos necesitamos de los otros en nuestra vida y eso es precisamente lo que nos ha hecho sobrevivir como especie.
- Intentar ser positivo. En la vida de todos hay cosas buenas, menos buenas y malas, pero si solo nos centramos en éstas últimas tendremos una visión parcial de la realidad, nos sentiremos peor y ello nos impedirá disfrutar de lo bueno que tenemos.
- Por ello hay que saber analizar la realidad que nos rodea e intentar evaluarla en su justa medida para a partir de esta evaluación ajustar nuestros comportamientos de la mejor manera posible.
- Y para hacerlo debemos también conocer nuestras capacidades y los recursos de que disponemos en cada momento. Planificar y priorizar ayuda a tener más éxito, a no sobrecargarnos y por tanto a evitar el estrés.
- Disfrutar de las pequeñas cosas, que a fin de cuentas son las que hacen de nuestra vida algo mejor. Viajar, disfrutar de la naturaleza, conocer sitios y gente nueva, abre nuestra mente y nuestros horizontes.
- Cuidar la alimentación evitando grasa y azucares excesivos que enlentecen nuestro cerebro y favorecen la oxidación del organismo, y beber suficiente agua (unos 8 vasos) para mantenerlo bien hidratado.
- Aprender. Aprender de todos y de todo. No hay mejor ejercicio para la mente. Observar y absorber nos mantendrá alerta y en forma. Podríamos decir, como cuando estudiábamos de niños, que “el resto de mandamientos se encierran en este”. Y en ese observar debemos incluirnos, pues muchas veces nadie hay tan sorprendente como nosotros mismos.
Autor: Montserrat Sanz García