Algunos aspectos que mejoran la comunicación
Algunos aspectos que mejoran la comunicación
Autor: Montserrat Sanz García
Como ya hemos visto es muy importante el cómo se realiza el proceso comunicativo, hasta el punto, que determina el contenido del mismo. Practicar la escucha activa de forma adecuada favorece una mejor comunicación, pero hay otros aspectos que debemos considerar. Algunos de ellos los veremos en el presente artículo y para que puedan ser ejemplificados de forma sencilla, utilizaremos como proceso comunicativo el que se produce entre la pareja.
Imaginémonos hablando y/o discutiendo con nuestra pareja….
– Al criticar a otra persona, hablar de lo que hace, no de lo que es. Las etiquetas no ayudan a que la persona cambie, sino que refuerzan sus defensas, hacen que la persona se ponga a la defensiva y no escuche lo que se le dice sino el “ataque” que supone. Hablar de lo que es una persona sería: “te has vuelto a olvidar de sacar la basura. Eres un desastre”; mientras que hablar de lo que hace sería: “te has vuelto a olvidar de sacar la basura. Últimamente te olvidas mucho de las cosas”.
– Discutir los temas de uno en uno, no “aprovechar” que se está discutiendo, por ejemplo sobre la impuntualidad de la pareja, para reprocharle de paso que es un despistado, un olvidadizo y que no es cariñoso. Esto lo único que hace es crear bucles de discusión que nos hacen tener la sensación de que no podemos solucionar nada porque constantemente resurgen los temas tratados.
– No ir acumulando emociones negativas sin comunicarlas, ya que producirían un estallido que conduciría a una hostilidad destructiva. Hay muchas personas que no se atreven a mostrar sus desacuerdos o a elogiar a otros porque no saben si van a ser capaces de decirlo de forma adecuada y tienen miedo de generar conflictos que no pueden resolver. Pero el hecho de inhibirse repetitivamente hace que la frustración y otros sentimientos negativos creen una tensión que acaba aflorando de forma violenta cuando menos se espera.
– No hablar del pasado. Rememorar antiguas ventajas, o sacar a relucir los “trapos sucios” del pasado, no sólo no aporta nada provechoso, sino que despierta malos sentimientos. El pasado sólo debe sacarse a colación constructivamente, para utilizarlo de modelo cuando ha sido bueno e intentamos volver a poner en marcha conductas positivas quizá algo olvidadas. Pero es evidente que el pasado no puede cambiarse; por tanto hay que dirigir las energías al presente y al futuro.” Dar vueltas” de forma reiterada a lo ocurrido y/o vivido en el pasado nos impide avanzar; nos genera un estado de ánimo negativo con respecto al otro porque nos impide ver las posibilidades y vemos únicamente las limitaciones que tiene él y la comunicación.
– Ser específico. Ser específico, concreto, preciso, es una de las normas principales de la comunicación. Tras una comunicación específica, hay cambios; es una forma concreta de avanzar. Cuando se es inespecífico, rara vez se moviliza nada. Si por ejemplo, nos sentimos solos/as y deseamos más tiempo para estar con nuestra pareja, no le digamos únicamente: “No me haces caso”, “Me siento solo/a”, “Siempre estás ocupado/a”…Porque aunque de ésta manera se esté expresando un sentimiento, no concretamos al otro qué necesitamos y/o deseamos; no hacemos una propuesta específica, y de ésta manera es muy difícil que se produzcan cambios efectivos (no esperemos que los demás sean adivinos de lo que queremos). Sería apropiado añadir algo más. Por ejemplo: “¿Qué te parece si ambos nos comprometemos a dejar todo lo que tenemos entre manos a las 9 de la noche, y así podremos cenar juntos y charlar?”.
– Evitar las generalizaciones. Los términos “siempre” y “nunca” raras veces son ciertos y tienden a formar etiquetas. Es diferente decir: “últimamente te veo algo ausente” que “siempre estás en las nubes”. Para ser justos y honestos, para llegar a acuerdos, para producir cambios, resultan más efectivas expresiones del tipo: “La mayoría de veces”, “En ocasiones”, “Algunas veces”, “Frecuentemente”. Son formas de expresión que permiten al otro sentirse correctamente valorado.
– Ser breve. La sabiduría popular, siempre tan atinada, dice aquello de “lo bueno si breve dos veces bueno”. Repetir varias veces lo mismo con distintas palabras, o alargar excesivamente el planteamiento, no es agradable para quién escucha. Produce la sensación de ser tratado como un tonto o como un niño. En todo caso, se corre el peligro de que nos rehuyan por pesados cuando empecemos a hablar. Lo adecuado es comunicar lo que necesitamos o queremos de forma clara y adecuada para que el mensaje se transmita correctamente. Que se produzcan o no las consecuencias que buscamos no dependerá tanto de ser repetitivos como de la motivación del otro y su recepción del mensaje.
– Cuidar la comunicación no verbal. Para ello, hemos de tener en cuenta lo siguiente:
- La comunicación no verbal debe de ir acorde con la verbal. Decir ” ya sabes que te quiero” con cara de fastidio dejará a la otra persona peor que si no se hubiera dicho nada.
- Contacto visual. Es el porcentaje de tiempo que se está mirando a los ojos de la otra persona. El contacto visual debe ser frecuente, pero no exagerado.
- Afecto. Es el tono emocional adecuado para la situación en la que se está interactuando. Se basa en índices como el tono de voz, la expresión facial y el volumen de voz ( ni muy alto ni muy bajo).
– Elegir el lugar y el momento adecuados. En ocasiones, un buen estilo comunicativo, un modelo coherente o un contenido adecuado pueden irse al traste si no hemos elegido el momento adecuado para transmitirlo o entablar una relación. Es importante cuidar algunos aspectos que se refieren al momento en el que se quiere establecer la comunicación:
- El ambiente: el lugar, el ruido que exista, el nivel de intimidad…
- Si vamos a criticar o pedir explicaciones debemos esperar a estar a solas con nuestro interlocutor.
- Si vamos a elogiarlo, será bueno que esté con su grupo u otras personas significativas.
- Si ha comenzado una discusión y vemos que se nos escapa de las manos o que no es el momento apropiado utilizaremos frases como: “si no te importa podemos seguir discutiendo esto en… más tarde”.
Todo esto sirve para cualquier interacción comunicativa interpersonal aunque aquí lo hayamos ejemplificado con una interacción de pareja.
A simple vista, puede parecer que son muchas cosas a tener en cuenta y controlar, pero muchas de ellas ya se cuentan entre nuestras capacidades comunicativas, tan solo se trata de hacer un análisis de ellas, de forma que nos preguntemos…“de todas las habilidades necesarias para establecer una comunicación ¿cuales se corresponden conmigo?, y ¿cuales podría mejorar?…”. En el próximo artículo hablaremos sobre cómo realizar éste análisis autoevaluativo de nuestras competencias comunicativas.
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